Después de haber hablado de las bondades de comprar online, creo que es oportuno que hable de lo que menos me gusta: recibir los paquetes.
¿Por qué no me gusta?.
En primer lugar, algunos mensajeros dan miedito. No sé qué tienen los repartidores de los supermercados online, que muchos tienen pinta de asesinos en serie y no lo digo sólo por el aspecto físico sino por el repasito de arriba a abajo que muchos me echan. Para decir que la compra de comida siempre procuro ponerla en un horario que este mi marido en casa y salga él a recibirla, no me gusta ni un pelo abrirles estando yo sola. Los repartidores de paquetería suelen ser más normalitos, aunque en épocas de vacaciones (como en agosto) a veces han venido sustitutos (porque a los habituales de algunas empresas ya hasta los conozco) y esos daban bastante respeto también. Será que yo soy muy cagona, puede ser, pero a veces paso un rato muy incómodo.
Me cuesta trabajo entender por qué estas empresas no se molestan en uniformar a su personal y darles un pequeño cursito de cómo comportarse cuando van a realizar una entrega. ¿No les dan ni un mini cursito de formación de un par de horitas?. Me sorprende mucho, por ejemplo, del supermercado de El Corte Inglés, considerando lo estrictos que son con sus empleados en las tiendas.
El segundo motivo, casi más importante que el primero, es la poca seriedad que tienen todas las agencias de paquetería. Normalmente cuando haces una compra puedes elegir el horario de entrega: mañana o tarde. Y suele haber un campo de observaciones, donde yo procuro indicar qué horas me vienen mejor. Evito, por ejemplo, las horas de la siesta, porque no quiero que despierten al niño. Pues nada, lo mismo les da. Cuando no se presentan a las 08.15h de la mañana se presentan a las 15.30h para fastidiar bien la siesta o a las 22h incluso han llegado a venir algunos.
Ni qué decir tiene que si no veo la situación clara, no abro la puerta. Me niego a abrir en pijama a un tio que se presenta en mi casa a las 8h porque, sinceramente, no me fío de lo que se le pueda pasar por la cabeza viendo que me acabo de levantar de la cama. Lo mismo si acabo de salir de la ducha, por las mismas razones. Así de claro.
Cuando se presentan en la hora de la siesta de mi hijo tampoco suelo abrir porque si ladra mi perra ya tenemos el perraque garantizado. Y el repartidor se queda tan pancho habiendo entregado el paquete cuando mejor le ha venido, pero a mi me toca aguantar un berrinche de tres pares de narices de no menos de 15 minutos y luego al niño toda la tarde inaguantable porque no ha podido dormir lo suficiente. Así que ni de coña.
De hecho, tengo pendiente indagar con algún electricista si es posible instalar un botón de desconexión del telefonillo y del timbre de la puerta porque de nada me sirve apagar todos los teléfonos si un energúmeno toca 10 veces en el telefonillo como si quisiera quemarlo. Sí, porque los que pasan por aquí tocan y tocan y vuelven a tocar y da igual que estés cambiando un pañal o en la ducha, ellos tocan y tocan porque ya que no estás en casa para abrir por lo menos se entretienen un rato molestando un rato. No lo entiendo.
Algo que me cabrea especialmente es cuando acuerdas la entrega de un paquete por teléfono y luego no se presentan. Esto me ha sucedido ya por lo menos 3 ó 4 veces. Te pasas toda la tarde esperando el paquete y este nunca llega.
Todas estas razones (y algunas otras) me hacen buscar siempre los gastos de envío gratuitos. Ya que tengo que aguantarlo, por lo menos que no salga de mi bolsillo.
En fin... yo seguiré comprando online pero desde luego creo que las agencias de transporte tienen mucho que mejorar, tanto en lo relativo a la seriedad cumpliendo horarios como en el tema del personal que emplean.