Revista Talentos
Dolor y agua
Publicado el 29 mayo 2013 por Vicente Luis McLa última semana del mes de mayo está siendo algo más positiva en lo que a mi recuperación de cadera se refiere, con la ayuda del líquido elemento ,empiezo a notar mejoría ,mas allá de las ayudas de la farmacopea moderna ,siempre eficaz ,la medicina natural es para gente más paciente que yo que tiene mayor resistencia al dolor, uno después de un año muy complicado empiezo a vislumbrar algo del luz ,pero ni mucho menos es el final del túnel ,tampoco quiero lanzar las campanas al vuelo y confiarme.el cuerpo es demasiado complejo como para confiar todo al discurrir del tiempo ,sinceramente eso no funciona y la paciencia es un bien escaso, limitado y que se agota ,sobre todo cuando llevas un año complicado ,llega un momento que lo que más deseas con toda el alma es ver resultados y la luz al final del túnel.El cuerpo es una maquina demasiado compleja como para que todo funcione al máximo siempre y todo vaya estupendamente.En mi caso donde las goteras aparecieron desde el primer momento, uno se crea una coraza protectora para no caer o al menos lo, en el más grande de los desalientos, aun así siempre hay momentos críticos que hacen cuestionarte ,si la resistencia al dolor es finita.Cuando convives con los padecimientos físicos desde bien pequeño acaban marcando tu carácter para hacerte más rudo de cara el exterior.Al final del camino empiezas a practicar el autoengaño de pensar aunque sea sin gran convicción que mañana será mejor, cosa que no siempre sucede.El dolor no es un señor agradable que facilite la vida y la convivencia a no ser que uno quiera ser un santo o beato…Este no es mi caso no tengo vocación de mártir y menos de beato, ni santo para adoración de gentes de edad provecta.Los milagros no sé si aún se dan pero conmigo al menos no funcionan, aunque fe le pongo y mucha, no he conseguido correr los mil metros lisos, eso sí para chapotear en el agua sigo estando en forma…Si algo bueno tienen los días de clima benigno es que me permiten vivir en mi ecosistema favorito, aunque mi piel huela a cloro y en ocasiones mi piel se vuelva verde fruto del algicida, no es un precio elevado a cambio de decir adiós al dolor que puede quemar el ánimo y entristecer el carácter.