Pareciera que fue ayer cuando la noticia de tu muerte me sobrecogió en una asfixiante madrugada barcelonesa. Pareciera que fue ayer y, sin embargo, mi vida ha cambiado por completo en este tiempo.
Hoy, como entonces, quiero rendirte el homenaje que creo mereces y para ello, voy a volver a dedicarte las mismas palabras que te escribí hace casi 24 meses, justo un par de días después de tu definitiva marcha.
Porque hoy, como ayer, sigues presente en mis recuerdos.
Porque hoy, como ayer, sigue pesando tu ausencia.
Porque hoy, como ayer, deseo que, por fin, seas feliz allá donde te encuentres.
Dos años ya contigo y sin ti, mi niño eterno...
"Michael Jackson, in memoriam"
Hace dos días que, al fin, lo sabes.
Suenan de fondo tu voz y tus melodías como meciéndome al ritmo que marca el latir del incansable ventilador. Si cierro mis ojos, regreso hasta esos instantes que fueron tan nuestros y de los que tú desconocías su existencia hasta hace dos días.
Cerrando los ojos, mientras la artificial brisa veraniega besa mi piel, justo en el momento en que el día se acuesta para dejar reinar a la noche, vuelvo a tener 12 años. Tumbada sobre mi costado izquierdo, ensimismada en mi sempieterna soledad, voy dejando que el sueño me venza mientras repaso, amorosa, las distintas pegatinas con tu imagen que, un día, decidí instalar sobre la puerta de madera de mi buró.
Ya hace dos días que sabes que aquella niña se adentraba en el mundo de los sueños, asida a tu mano desnuda. Sin guantes, sin artificios. Cada noche, la niña que fui y que siempre seré, jugaba a soñar que la amabas, que ibas a buscarla al colegio, que presumía de ti ante sus amigas, que todos la envidiaban porque tú la habías elegido de entre toda la infinita pléyade de alocadas e histéricas fans que, siempre, te perseguían. Y en sus sueños, precisamente lo que más te enamoraba de ella era esa quietud, ese silencio, esa inmensa soledad en que buceabas siempre que te perdías en sus enormes y melosos ojos. Soledad compartida. Soledad conocida. Soledad amiga.
Hoy hace dos días que sonríes al reconocer tus viejas y ya amarillentas fotos cubriendo las tapas de todos mis vetustos libros y cartapacios escolares.
Hoy, hace dos días que bebes cada una de mis lágrimas adolescentes, al deslizarse por mis cachetes por culpa de que el elegido no quisiese susurrarme al oído un "eres mi niña".
Hoy hace dos días que me observas montada sobre la cementosa base de aquella farola portuaria, de mediados de los 90, desde donde asistí, completamente sola, a tu irrepetible directo, embobada, emocionada y orgullosa por contemplarte frente a mis ojos.
Hoy hace dos días que sabes que nunca me creí las locuras más atroces que desde los medios de "incomunicación" vertían sobre tu piel. Hoy sabes que jamás me importó tu vitíligo, que cada noche, al soñarte, besaba con tierno pudor cada una de esas manchas que marcaron tu cuerpo y que te arrastraron a intentar decolorar tu piel para, así, no asemejarte a un inaudito dálmata humano. Hoy sabes que yo, en tu caso, es muy posible que hubiese actuado de forma exacta a como hiciste con respecto a ese mal que heredaste de tu abuelo. Hoy hace dos días que sabes que puede, incluso, que me hubiese arrastrado hasta una conducta neurótica, como te pasó a ti, mi eterno niño solo.
Hoy hace dos días que pudiste verme llorar por vez primera y, de nuevo, lloraba por ti. porque, al fin, una vez liberado de tus tan doloridos y frágiles 44 kilos corporales, lograste elevarte y sonreir, de forma plena, guardando plena consciencia de quién eres. Algo que jamás conseguiste en tus 50 años vividos por aquí abajo. Porque, ¿verdad que de nada vale poseerlo todo cuando uno no se tiene ni a sí mismo, mi eterno y querido niño ?
Hoy hace dos días que te siento más mío porque sé que, desde hace dos días, tu espíritu libre me abraza como siempre soñé y como siempre supe que, un día, nos abrazaríamos.
Ahora, ahora que ya has logrado trascender hasta ese estado que te convierte en una laureada, eterna y perfecta leyenda, recuerda al eterno niño que fuiste, eres y siempre serás y desde tu propia casa-árbol levantada a base de pentagramas, notas y bailes, saborea tu propia esencia llenándote de ti mismo.
Porque, de este modo, ahora que sí te tienes por completo, podrás acariciar los recuerdos mágicos que tu padre te regaló y que el dolor de una infancia robada no te permitió atesorar por aquí abajo.
Porque, ahora que estás rebosante de tu más pura esencia, podrás velar por tus hijos de la forma más perfecta, responsable, generosa y paternal que existe.
Porque, ahora que por fin eres TÚ, podrás disfrutar del escenario infinito del cosmos para gloria de todos aquellos que sepan mirar a las estrellas escudriñando, más allá de las apariencias de la física. Física en que, un día, nos embutimos, para seguir creando caminos a través de nosotros mismos.
Disfruta de ti, mi niño eterno. Disfruta de tu propia compañía. Disfruta de reencontrarte, de amarte, de abrazarte, de mimarte, tras tantos años de solitaria pesadilla, de huídas sin sentido, de aislamiento atroz, de juicios y cuchicheos, de dolor y mentiras.
Disfruta de ti y aprende de tus errores, mi niño eterno. Aprende de tus caídas, del mal que acaso infligiste, del bien que no fuiste capaz de hacer, de tu propio daño, de tu egoísmo y de tu cobardía. Porque todos torturamos, dañamos, vejamos, humillamos y somos incapaces de ver más lejos de nosotros mismos cuando no nos tenemos, no nos amamos, no nos respetamos, ni nos valoramos.
Mientras, nosotros seguiremos recordándote al probarnos unos guantes, al disfrazarnos de muertos vivientes, al escuchar tus discos, al imaginarnos bailando sobre la Luna...¡Cómo olvidar tantos recuerdos!
No eras perfecto, pero sí que fuiste el mejor en lo tuyo y como tal el mundo te recordará y te venerará por siempre. Ahora está en ti elpoder llegar a ser TÚ...Y yo sé que lo lograrás.
Hoy hace dos noches que ya no evoco la imagen de tus viejas pegatinasal tumbarme sobre mi costado izquierdo.
Hoy hace dos noches que siento tu abrazo y veo tu más preciosa sonrisa agradecida cuando entorno los ojos en busca del sueño.
Hoy hace dos noches que me sonrojo al saberte conocedor de todo y que lloro al sentirte renovado y libre.
Hoy hace dos noches que moriste.
Hoy hace dos noches que has renacido y has vuelto a tu hogar, a ti mismo, a la infinita eternidad.
Hasta siempre, Michael. Como podrás comprender, hoy, "el video del domingo", no podía ser otro más que éste.
Hasta pronto, mi niño eterno...