Alguien preguntó que le motivaba a escribir.
El no lo dudo, era la manera de ahorrarse el psicoanalista.
Aunque lo que realmente le hacía feliz era la idea de leer, se lamentaba de no haber logrado un empleo como lector profesional en una editorial.
Se conformaba con sostener con vida sus espacios en la red y poder ejercer de gestor de redes sociales consigo mismo.
Era la mejor manera de hacer prácticas sin comprometer a nadie.
Mientras el calendario corría cada vez más rápido.
Cada jornada se sentía más libre en el agua, que fuera de ella, donde apretaban las ganas de llorar.