Revista Talentos
Educar emociones.....
Publicado el 19 febrero 2015 por María José Luque Fernández @sonrisasdecamaleoHace ya tiempo dedicamos un rato a un tema un poco complicado por todas las partes que se ven implicadas, por la poca ayuda o apoyo que se recibe de la sociedad y de nuestros gobernantes, pero sobre todo por la incomprensión que se genera en torno suyo.
Grandes estigmas del mundo actual, enfermedades mentales que a veces no son tales, problemas de comportamiento que simplemente terminan siendo formas distintas de enfrentar la vida, capacidades diferentes, personas sin más que luchan cada día contra un mundo sin sentido.
Les ponen nombres maravillosamente científicos pero pocos lo acercan a nuestros ojos y oídos. Grandes desconocidos, aunque parezca una vulgaridad, llenos de vacíos.
Todos tenemos un amigo, un sobrino, un primo, un hijo, una hermana con algún "Problema", con características peculiares, distintas de las personas que todos llaman "Normales", muchos deberían hacerse estudiar.
Escuchamos frases como "pobres vaya carga que tienen" o "mira que raro es". Y si miramos en nuestro interior, nadie es perfecto, nadie es igual a otro, nadie es superior. Cada uno de nosotros somos diferentes, el color de ojos, la forma de la nariz, nuestra altura, podemos andar o ir en silla de ruedas, ver o guiarnos con un bastón o un perro, dibujar, escribir, cantar o simplemente escuchar, nuestra forma de vestir, de pensar, de enfrentar los problemas y............. Entonces ¿Dónde radica el problema?
Falta de información.........desconocemos, escondemos aquello que no nos gusta, que no queremos conocer, miramos a otro lado. El gordo, el peligroso, la cara llena de granos, la pecosa.... un mundo lleno de prejuicios que va tejiendo una inmensa red en la que al final quedamos todos atrapados tarde o temprano.
Nuestra misma sociedad y sus exigencias de perfección en toda su expresión, son los que terminan creando cada vez más enfermos: Bipolares, Síndrome de Peter Pan, depresivos, estresados, inconformistas.........
Eduquemos correctamente a nuestros hijos, a nosotros mismos. Abarquemos más allá. El orgullo y la vanidad no encuentran lugar aquí. Un niño sano, alegre, extrovertido, plenamente desarrollado, sí.
Hay tantos estudios, sobre casi todo lo que te puedas imaginar, pero no hace falta ser ningún experto para conocer a nuestros hijos y como se sienten o encuentran, con que se divierten o que les hace sentir mal.
Tiempo, palabra mágica, sólo necesitamos pasar mucho tiempo con ellos, desde que están en la tripa de mama y escuchan nuestra voz. Después al nacer reconocen ese tono y aquella melodía que a mama tanto le gustaba escuchar, así es.....
Estímulos, somos sensaciones, emociones y hay que aprender a manejarlas para que nunca puedan atentar contra nosotros mismos, los miedos son un claro ejemplo de ello.
Los niños no saben diferenciar en muchas ocasiones lo real de lo irreal, el cerebro nos engaña, pero nosotros debemos aprender a engañar al cerebro. Autogenerar bienestar emocional de forma voluntaria, no es tan complejo como pueda parecer, debemos, tenemos la obligación de guiar a nuestros hijos hacia su bienestar.
Relajación, yoga, simplemente respirar despacio y pensar en algo alegre. Nada como el contacto físico, un simple abrazo, una caricia y un beso es el mejor regalo que podemos hacerles, más que un nuevo juego para la consola.
Lo dudáis acaso, pues sabed que fomenta su autoestima, y les ayuda a regular esas emociones que hasta los siete años dependen totalmente de un adulto.
Actividades en familia, algo tan sencillo y divertido como hacerse cosquillas, si no lo habéis experimentado nunca, hacedlo, es realmente enriquecedor.
Una mándala gigante, tumbados todos en el suelo o en la mesa del salón, ¿Sabéis que cada color que usamos nos dice el estado de ánimo que tenemos?
Y aún podemos hacer algo más, es difícil, pero no imposible, a veces, hay que retraerse para volver a adelantar nuestro paso, cuidando nuestro vocabulario, las expresiones con las que nos dirigimos a los niños. No contradecir el lenguaje de nuestro cuerpo, el tono de nuestra voz con lo que estamos transmitiendo.
Somos padres, y como tal somos autoritarios, pero no siempre es bueno, no sirve cuando se traduce en agresividad. Si produce miedo, es contraproducente, nos paraliza y no ayuda en absoluto a gestionar esos miedos o conflictos en los que se pueden encontrar sumidos. A veces nos podríamos cuestionar esos "No" en los que envolvemos el discurrir diario y convertirlo a veces en un "Tal vez", "Quizás"....
Debemos actuar siempre con calma pero con firmeza e intentar que sean asertivos, dejar que se expliquen, que nos cuenten. Un niño que puede confiar en su padre para contarle lo que siente y como se siente, será ya una aportación enriquecedora para su próxima etapa, y posiblemente pueda enfrentar sus dudas o problemas compartiéndolos con vosotros, sin miedos, sin abismos a los que dejarse empujar.
Tener no sólo un referente, una persona con quien poder conversar y confiar es muy importante para ellos.
Son cuestiones a tener en cuenta, cada uno debe saber cómo aplicarlos en su entorno, y observar, a veces con un poco de atención, se pueden solucionar pequeños problemas que terminan siendo una enorme montaña.
En ocasiones hay que recurrir a una ayuda externa, un buen profesional, no importa, debemos pensar en el bien común no sólo del niño, sino de la familia en su conjunto.
Texto de María José Luque Fernández.Fotografías de Internet. Montaje con scrapee.net