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Ejercicio de escritura (ii)

Publicado el 16 junio 2013 por Benymen @escritorcarbon

Continuamos con los ejercicios de escritura de la APP iDeas for Writing* del portal web Literautas.

*Para más información sobre la aplicación, pincha aquí.

EJERCICIO DE ESCRITURA (II)

Iván llevaba varios días sin acudir a trabajar al bar. Le había dicho a su jefa que se encontraba mal, que había pillado uno de esos virus que están tan de moda, pero la realidad era otra. Iván siempre andaba con problemas de dinero y buscando atajos para dar el pelotazo y poder costearse todos sus caprichos. El último intento lo había tenido hacía ya una semana y ahora continuaba sufriendo las consecuencias de sus actos. Era víctima de una terrible maldición que había caído sobre él al robar en casa de una anciana africana. La víctima del robo era famosa por atesorar valiosos objetos tribales, así que Iván pensó que podía venderlos y sacar una buena tajada. Desde que había profanado las pertenencias de la africana, el camarero sufría los efectos de una poderosa magia negra que hacía que Iván fuera perdiendo progresivamente la vista.

El miedo había mantenido al joven recluido en casa, temeroso de volver a la escena del crimen y quedándose ciego día a día. Una mañana, Iván se levantó de la cama y, por unos momentos, fue incapaz de distinguir los números del despertador que había en su mesilla de noche. Viendo su ceguera inminente, metió en una bolsa el ídolo de ébano que había robado y se encaminó al hogar de la bruja africana. Parecía que la maldición era consciente de la decisión que había tomado Iván ya que, para su desgracia, aceleró el proceso degenerativo nublando la vista del camarero con el paso de las horas.

El camino, que debería haber recorrido en escasos minutos, parecía haber cambiado y ya estaba anocheciendo cuando Iván, prácticamente ciego y agarrando la figura de madera con fuerza, llegó a la puerta de la vivienda en la que se encontraba la africana. A efectos prácticos se podría decir que Iván era totalmente ciego porque, pese a no haber perdido toda la vista, la noche hacía que le fuera imposible distinguir ninguna forma. El joven aporreó la puerta incapaz de aceptar su trágico destino, pero la entrada de la casa permanecía cerrada y no se escuchaba ni un solo ruido en el interior.

Gotas de sudor caían por la frente del ciego mientras manoseaba las paredes buscando una ventana. Cuando por fin dio con una, descargó su puño contra el cristal haciéndolo añicos y destrozándose la mano en el proceso. Sangraba cuando se encaramó al alfeizar y se dejó caer pesadamente en el interior de la vivienda. Cayó sobre el frío suelo, algo extraño ya que recordaba que la casa estaba totalmente abarrotada de objetos, no había ningún lugar tan vacío como en el que se encontraba ahora. A gatas, palpó el suelo a su alrededor sin encontrar rastro alguno de muebles o antigüedades. Los nervios hacían mella en él y sus movimientos se volvían cada vez más torpes e incontrolados, ¡no podía haberse equivocado de lugar, sabía que estaba en el sitio correcto!. Iván abrazó con fuerza la figura de ébano y se quedó hecho un ovillo en el suelo sin dejar de gimotear. Su mente se había quebrado.

Una luz incandescente iluminó toda la estancia a la vez que los ojos de Iván recobraban la vista. El joven dejó de sollozar y alzó la vista buscando la fuente de la luz. Donde antes no había nada, ahora se encontraba erguida la bruja africana que miraba a Iván sonriendo con crueldad. Éste abrió la boca para decir algo, pero, en ese instante, la bruja chasqueó los dedos y desapareció llevándose con ella la luz de la habitación y la vista de Iván. Se quedó agarrando el ídolo por el que había pagado con sus ojos.


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