Revista Diario

El avión travieso

Publicado el 15 enero 2020 por Laika
EL AVIÓN TRAVIESO
Era una mañana de Domingo soleada. 
Desde mi ventana pude observar a unos vecinos, una familia joven con dos críos. Niño y niña.

Acostumbrada a vivir en un piso bajo, vivir en un tercero me parece estar cerca de las nubes. 

Desde mi atalaya me siento poderosa mientras observo a la gente desde arriba.

Y no es que esté todo el día curioseando a través de los cristales. Simplemente lo más divertido o curioso que me ha ocurrido, ha sido mirando por casualidad.


EL AVIÓN TRAVIESO
El Otoño ha desnudado de hojas los árboles cercanos, pero aún así se veían bellos. 
La inmensidad del cielo azul ponía la nota de color al precioso día.
Los niños vestidos de Domingo salían ilusionados de casa con los juguetes que les acababan de dejar los Reyes Magos.

La nena llevaba un carrito con su muñeco bien arropado dentro. A pesar del sol, el frío de la mañana se hacía notar.
Pizpireta ella, cruzaba orgullosa estrenando maternidad.
Vestida con un abriguito color rojo y peinada con un par de coletas, sonreía a su bebé mientras le decía cosas bonitas, que yo no llegaba a escuchar, por la distancia que me separaba de ella.

El niño llevaba un avión en su mano que podía manejar a distancia a través de un mando. 
Le puso en su pequeña mano y apretó el mando.
El avión salió volando por encima de su cabeza a corta y baja distancia. 
Como un ser mágico daba volteretas de acá para allá, mientras yo le observaba ensimismada desde arriba.
Era un espectáculo encantador. 
El avión con su color amarillo y rojo parecía tener vida propia. 
El crío se sentía poderoso viendo como le obedecía.


EL AVIÓN TRAVIESO

Y como el poder suele empoderar- valga la redundancia-  a la persona que lo ejerce y hacerla temeraria, en un momento determinado apretó con enorme fuerza su dedo, y el avión salió volando lejos bordeando el árbol más cercano hasta posarse en su copa. 

La cara del niño mudó de color, o eso me pareció a mi. 
Su padre estaba abriendo la puerta del coche.
Su madre estaba metiendo en el capó el cochecito de la nena. 
Ninguno de los dos se dieron cuenta de la "tragedia"
Tan solo yo, que tenía todo el tiempo del mundo en la mañana, y que estaba disfrutando de la escena infantil. 

Cuando al escuchar el llanto del niño, sus padres acudieron a ver que le ocurría, se quedaron pasmados.
El padre levantó la mirada hacia el árbol tratando de ver donde había caído el juguete.
Imposible intentar rescatarle.
Se miró el reloj y le susurró algo a su pequeño mientras le animaba a subir al coche.
Pero el niño se negaba a dejar allí arriba su preciado tesoro.



EL AVIÓN TRAVIESO
Pasaron unos intensos minutos en los que la magia se había ido al traste.
El padre apretó la mano de su hijo con ternura y le susurró algo al oído que imaginé sería una promesa.

A duras penas logro hacerle subir al coche.

Pude ver su carita afligida mirar hacia arriba, mientras se perdían por la avenida cercana.

Más tarde salí a pasear. 
Con curiosidad, me acerqué al árbol para ver de cerca aquel travieso avión que había querido ser libre y hacerle unas fotos.
Allí estaba tan flamante y dicharachero. Incluso creí verle sonreír.

¿Había querido huir de las manos de su dueño? 

¿O simplemente había querido darle un susto?

Quizás quiso ser libre.

Han pasado los días y al asomarme de nuevo a la ventana, el avión ya no está en la copa del árbol.
Quiero creer que el papá del pequeño haciendo de héroe lo haya podido recuperar.
Pero eso daría para otra historia, y nos os puedo asegurar que haya sido así por no haberlo visto con mis propios ojos.


Pequeñas historias que observo y os cuento a través de mi atalaya.



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