Revista Talentos

El banco de las olas

Publicado el 31 marzo 2011 por Tifa
El banco de las olas
Sentada en el banco del muelle, observando cómo el agua se tragaba el sol a diario. Así es como recuerda su infancia, los mejores años de su vida. Mirando el horizonte en silencio, envidiando la calma de las aguas durante la puesta de sol.
“Los niños sólo deberían preocuparse de jugar y aprender”, le habían dicho en una ocasión. Ella jugaba a esconderse de los demás, a rehuir las miradas de la gente, a correr hasta su habitación sin ser vista. En clase, jugaba a esconderse en la última fila, a pasar desapercibida entre sus compañeros y a no escuchar al profesor, mientras pintarrajeaba la mesa y las hojas del libro.
Aprendía a callar ante opiniones externas, ante provocaciones de las otras niñas, ante la agresividad de sus padres. “Vete a jugar a otra parte”, decía su madre cuando la encontraba delante del televisor. “¿La merienda? Busca tú algo en la nevera y coge lo que te dé la gana”. Cuando su madre, mujer de aspecto huesudo y con el pelo descuidado, cigarro en mano, tomaba asiento en el sofá para ignorarla durante el resto de la tarde, ella salía de casa y se iba hacia el muelle, a sentarse en el banco y ver pasar las olas.
Algunos días, su padre llegaba tambaleándose y gritando. Su madre, indignada, le recriminaba la hora y el estado. “Me tienes como una esclava limpiando todo el día y llegas borracho como una cuba”, gritaba. Ella no sabía qué quería decir todo eso, si sus padres se iban a divorciar o si era una pelea tonta. Pero ocurría casi a diario y, lamentablemente, para ella era algo normal. Ambos alzaban la voz y de vez en cuando ocurría lo peor.
Cuando ocurría lo peor, ella salía corriendo hacia el malecón. Allí se sentaba, derramaba una lágrima o dos y se dedicaba a mirar el ir y venir de las olas. Junto al relajante sonido de éstas rompiendo en la playa se formaba su escenario favorito. De mientras, nadie la echaría de menos.
Años más tarde, sentada en ese mismo banco de siempre, se pregunta cuáles fueron realmente los mejores años de su vida. Tal vez ahora esté viviendo su mejor época. Pese a que su padre se encuentra en la cárcel, y su madre visita a diario a un joven y entusiasta psiquiatra. “Las cosas podrían haber ido mucho peor”, se dice a sí misma mientras acaricia con ternura la madera gastada del ya antiguo asiento.
Ahora vive lejos de la casa que la vio crecer, por su cuenta, y siente que puede ir y venir libremente, como las olas. Ahora calla para aprender del entorno. Ahora juega en la enorme partida a la que un día la invitó su vida.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Tifa 3 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revista