Después de un intenso período de trabajo interior para descubrir complejidades propias, la creatividad suele fluir y dar lugar a proyecciones externas; en algunos casos, el conocimiento de sí se traduce en generosidad y esta condición produce efectos maravillosos. Apre emprendió hace varios años un camino personal que necesitó del esfuerzo cotidiano para avanzar día a día, acompañada por aquellos maestros que el Universo pone al alcance de quien se atreve a sumergirse en el ser interno.
Su camino de crecimiento transitó por diversas etapas que encontraron expresión en el libro cuya presentación se llevó a cabo ante un auditorio expectante en los salones clásicos de Villa Mitre, la tradicional residencia rodeada de jardines ubicada en el barrio Los Troncos de la ciudad. Allí nos dimos cita sus afectos más cercanos, testigos orgullosos de un día inolvidable para mi querida amiga.
Mauricio Espil, su editor, desgranó el origen lejano de las crónicas que fueron el germen del libro En el Camino del Despertar: el taller literario donde Apre despuntaba el vicio de escribir que la había acompañado desde siempre, la idea primigenia de plasmar en 108 páginas una vía de conocimiento a través de 22 cartas, el diseño de cada una de las imágenes realizado con amor por su madre, las fotografías tomadas por sus ahijados…
Y cuando todo parecía concluído, Mauricio se sorprendió una vez más porque la autora decidió incluir generosamente un manual complementario para que cada persona que se sumergiera en estas páginas encontrara una guía para emprender, a partir de la reflexión y la meditación, su propia senda personal. Porque tanto libro como cartas y manual se encuentran impregnados por la dedicación volcada en cada detalle, una síntesis compleja de los diversos senderos recorridos por Apre para sumergirse en sí misma, más allá de la alegría o el dolor que cada uno de los recodos haya deparado.
El libro implica también un reconocimiento a los diversos caminos que se cruzan en el viaje hacia el interior de nosotros mismos: autores amados como Borges y Cortázar, citas de Heráclito y de Thomas Hübl, referencias a la meditación Diksha y a las cuentas del Yapa Mala en el número de páginas; todo ello se aduna a un respetuoso tributo al Oráculo, en el que cada una de nosotras abreva desde un impulso ancestral en cada una de las reuniones sanadoras que configuran nuestros aquelarres.
Mi querida Apre ha concebido un pequeño tesoro, para que cada persona que se sumerja en las páginas reparadoras del Camino del Despertar encuentre pistas para sanarse desde el autoconocimiento; la manera individual o grupal de emprender la senda será parte de una decisión íntima y personal. Pero la herramienta está al alcance de la mano, gracias al arduo trabajo personal y al inmenso afecto que ha sabido cosechar y retribuir al Universo con su obra.
Felicitaciones miles una vez más, querida amiga.
Gargantillas
Las excavaciones arqueológicas en diversos pueblos de la tierra han encontrado un común denominador en cuanto a abalorios antiguos: los collares cortos o gargantillas se remontan a varios miles de años atrás y eran empleados por ambos sexos. Basta con citar la labor de los especialistas marroquíes, que hallaron cuentas de collar elaboradas con pequeños caparazones de caracol Nassarius, perforadas ex professo para su entrelazado y posterior empleo.
Con la extinción de las culturas prehistóricas y antiguas los postulados patriarcales tornaron improcedente el uso de adornos para el género masculino. La Edad Media encuentra los cuellos de las mujeres ceñidos por gargantillas a la manera de Ana Bolena, quien previa pérdida de la testa bajo la espada del verdugo portaba un collar con dije tallado en forma de letra B, con el que fue retratada en varias ocasiones antes de su muerte temprana.
La gargantilla acentuó su presencia sin prisa y sin pausa en los cuellos femeninos, sea como símbolo durante la Revolución Francesa del deceso de los familiares bajo la filosa guillotina, sea como indicio de ejercicio de la profesión non sancta de las pupilas de los lupanares. La tradición aristocrática instaurada por Ana Bolena continuó entre las damas nobles, que portaban joyas de delicado trazado alrededor de cuellos blancos y empolvados como signo de pertenencia a una privilegiada clase social.
El democrático siglo XX encontró a la gargantilla un apelativo que dista de la elegancia que solía caracterizarla: dog collars o colliers de chien fue la caracterización que le imprimió la revista Life, al compararla con el elemento que se emplea para pasear a la mascota hogareña. Aún así el choker, como se la llamó durante el furioso revival durante los años ´90 debido a su diseño ultraceñido que la asemejaba a un tatuaje sobre la piel, continuó dando prueba suficiente acerca de su vigencia atemporal.
Como en la naturaleza, la moda se caracteriza por el ciclo sin fin en el que todo retorna. La gargantilla arriba con fuerza renovada a los cuellos tanto femeninos como masculinos: lisa, con piedras, tallada, o en forma de simple cordón con pequeños caracoles para enaltecer cuellos varoniles a la manera de nuestros creativos antepasados. Siguiendo la tendencia, la gargantilla fotografiada por Juan fue diseñada por María Rivolta.
Rostro arrebolado
Se denomina arrebol al color del atardecer, un particular carmesí producto de las nubes que se iluminan con los últimos rayos del sol. Por extensión, cuando una persona se sonroja el rostro se define como arrebolado, en alusión al color bermejo provocado por los últimos estertores solares.
La cosmética se nutre de colores y sabores que se despliegan, magníficos, en el seno de la Madre Naturaleza. No han de resultar espléndidos como los originales, pero pueden imitar en belleza aquello que, sin dudas, pierden en resplandor.
Victoria´s Secret es una marca experta en fragancias y cosméticos que resultan tan atractivos como adecuados en cuanto a calidad. El tono arrebolado de labios y mejillas lo debo, en mi caso, a los buenos oficios de la marca y a la generosidad de Vero.