Qué lejos queda aquel año 92. El año de los Juegos Olímpicos. El año de las Rondas. El año en que se suicidó Urtain. El año en que se jodió Carcelona, ahora lo sabemos. En aquel año Freddie Mercury cantaba con Montserrat Caballé Barcelonaaaaaa. Y uno se ponía de los nervios con los gritos de él, y los alaridos de ella. Claro que mucho peor era el Barcelona tiene poder de Los Manolos. Barcelona es poderosa, Barcelona tiene poder. Lorai-loro, lorai-loro. Seguro que hubo más canciones dedicadas a Carcelona. Algún grupo sueco de colonias en Ibiza. O unos japoneses enamorados de la línea Gaudí. O un cantautor italiano borracho por la Barceloneta... Han pasado 17 años y las cosas han cambiado. The times are changing. Carcelona está de bajón. De resaca. De after decadente. Todo el mundo se mofa de ella. Con lo bien que se está aquí. Con lo genial que es el bicing. Con lo simpáticos que son los guiris. Un grupo alemán, de un tal Mickie Crause (de los Crause de toda la vida) ha publicado un tema que proclama: ¡vámonos de putas por Barcelona! Con una low-cost, por supuesto. Transcribo un párrafo, cortesía de La Vanguardia, periódico serio donde los haya y especialista en la actualidad del ayer.
Ole' wir Fahrn in Puff Nach Barcelona, o sea "vamonos al puticlub de Barcelona")
Vamos al puticlub de Barcelona, ole ole ole ole,
Lesbianas, lesbianas y un poco de maricones, (…)
Follamos aquí, follamos allí, (…)
Desnudas y todas al lavabo de los hombres, (…)
Sé lo que les gusta a las mujeres españolas,
El puticlub de Barcelona nos pone en forma (…)"
Al mismo tiempo, leo en El Mundo Today, ese audaz periódico que te cuenta la actualidad del mañana, que nuestro insigne alcalde ha tenido una nueva idea: el carril vici, de vicio claro. Un carril para ordenar el incesante tráfico de prostitutas (adjunto foto explicativa).
Para acabar una cita del maestro que le escuché a Marc Recha...
"Decía Josep Pla que la sociedad excesivamente higienizada se extingue porque no crea mecanismos de autodefensa. Es un gran error regularlo todo, vallarlo todo. Entonces, el agua se estanca y se pudre. Si no se dejan espacios libres donde la gente pueda pensar, opinar, decidir y criticar, ¿hacia dónde vamos? No podemos acabar viviendo todos en hoteles. Eso es ir hacia la extinción."