Si de algo me ha hablado esta nueva entrega es de integración. Tal vez haya elegido una palabra con poco romanticismo, pero es que El circo abominable, dentro de la acción que desarrolla, recoge grandes mensajes como la aceptación, la tolerancia, la diversidad, la solidaridad... Aunque no solo encontramos temas tan serios, sino que la magia, el arte y el espectáculo también están presentes para transmitir todo lo anterior de un modo divertido e intrigante. Y es que nuestro fantástico y estrafalario trío protagonista, con el que cualquiera haría buenas migas, vuelve a la carga con más aventura e intriga que en la primera entrega. Los tres amigos: Tashi (ese témpano de hielo tibetano), Valentina (esa niña de familia excéntrica) y Héctor (el mago del grupo) se enfrentan no solo a un misterio, si no también a un rescate del que corren el riesgo de no salir airosos y para el que tendrán que desplegar todo su ingenio.A este trío y su familia, se unen nuevos personajes. Los principales, un par de gemelos muy peculiares y, sobre todo, muy locos, que traen de cabeza a Valentina y serán los causantes de que nuestros chicos acaben en más de un lío. ¿Qué esconde ese circo abominable? ¿Qué hay detrás de esa caravana de portentos extraños que exhibe?
He disfrutado bastante más de este libro que del anterior, la acción está mucho más presente y que creo que los jóvenes lectores lo van a agradecer. Aunque hay que reconocer que la presentación de personajes, entorno y misterio que se irá desarrollando de telón de fondo a lo largo de todas las entregas que se hace en el primer libro es fundamental y necesario para poder entrar en el mágico mundo de Chassburgo.
En definitiva, una historia que pone sobre la mesa temas como la tolerancia, la falta de empatía, la discriminación, la humillación a la que se somete frecuentemente al diferente... Pero sobre todo, una nueva aventura que entretiene un montón y encandila con sus originales y alocados personajes y sus maravillosas ilustraciones.