Beatriz Benéitez Burgada. SantanderEl Barón M, sus recuerdos y sus deseos son el tema central del espectáculo del Circo Balagán, que aterrizó la pasada semana en Santander. Noventa minutos que comienzan cuando buena parte de los artistas atraviesan el patio de butacas con sus maletas, para llegar al escenario, y en los que es fácil evadirse y disfrutar de un precioso espectáculo lleno de magia, color y fantasía. Trasladar la estética y espectacularidad del circo moderno a la intimidad del escenario de un teatro; ese era el reto que su director, el ex miembro del Cirque du Soleil, Misha Matorin. En mi opinión lo ha consseguido: Balagán es un espectáculo bien hilado, con una cuidada escenografía y original vestuario, en el que también son protagonistas la estudiada iluminación y la banda sonora, que Matorín utiliza como hilo conductor.
Cerca de una treintena de artistas de distintos países _Rusia, Inglaterra, China, Ucrania o Estados Unidos-, entre los que destacan los acróbatas aéreos Mihail Chebotarev y Roman Tomanov, el miembro más joven de la compañía. El toque de humor lo pone el clown Jonathan Baker, conocido como "Dominó", que consigue arrancar sonrisas a los mayores y hacer participar a los más pequeños. Por lo demás, gimnastas, bailarines, trapecistas y malabaristas que rozan la perfección milimétrica. Santander fue la ciudad elegida como punto de arranque de su segunda gira por España; seis funciones con el aforo casi completo. El teatro Principal de Vitoria es su segundo punto de encuentro, y viajarán después a Alicante, Mallorca, Málaga y Murcia. Lo más sorprendente de todo no es lo que hacen, que ya de por sí es espectacular,... Lo que impresiona es que logran que todo parezca fácil. Da la sensación de que volar es tan sencillo como salir a dar un paseo, desafían a la gravedad y ganan la partida. Lo mejor es que han conseguido que cientos de niños en Santander -entre ellos las peques- pasen buena parte del día haciendo volteretas: ¨mira mamá, como en el circo¨.