Revista Literatura

El hombre de los dos Oxxos

Publicado el 03 mayo 2016 por Eduardo Ferrón @eduardoferron

A la gente suele darle diarrea cada vez que escucha que presumo ser el hombre de los dos Oxxos.

“Pero hombre”, dirás, “que hay decenas de Oxxos repartidos por la ciudad”.

Claro que los hay, pero a todos nos corresponde un Oxxo, si lo piensas un poco. Hay uno en particular que sueles visitar todo el tiempo, para comprar el agua, los refrescos, cigarros, frituras y cuanta cosa en la que inviertas tu dinero. Lo demás es producto de la casualidad.

Hoy me quedo en el centro para hacer mandados, pues entro al Oxxo y me compro un poco de agua.

Que ando en el zoológico visitando a unos parientes de mi esposa, pues entro al Oxxo y compro pilas para la cámara. Que no, que basta con la cámara del teléfono. De todas formas, entro al Oxxo y me compro unos refrescos. Es un sacrilegio tener un Oxxo tan cerca y no visitarlo.

Que son las tres de la mañana y andamos saliendo del antro con un aliento a laboratorio clínico. Pues le entramos al Oxxo de la esquina y nos compramos unos chicles para la buchaca.

Pero todas esas visitas son esporádicas, casi-casi una aventura, como echarse un rapidín en el armario de la oficina. Pero casi siempre, si no es que todo el tiempo, cuando entramos a otro Oxxo pensamos en el Primario, el que es nuestro, donde ya se saben nuestro nombre y el número de nuestra tarjeta de crédito.

“¿No va a pagar su Infonavit?” me recuerda Luisito, “vence pasado mañana”. Ahh qué Luisito tan servicial, si tan solo a mis hijos se les pegara un poco…

El Oxxo es un sol y nuestras casas giran alrededor de él. Algunas son grandes como lo es Júpiter, otras feas como Urano, el chico.

Pero yo tengo dos Oxxos.

Confieso que a veces entro a uno de los míos y me rio a escondidas. Si los de mi otro Oxxo supieran… ¡Újule!, si tan solo supieran… No, mejor solo llevo agua para que al rato vaya al otro y les compre unas Sabritas, amor es compartir.

¿Que cómo me hice del otro Oxxo? ¡Híjole, no sé bien cómo ocurrió! Un día tenía un Oxxo, como gente normal, y cuando me di cuenta el otro ya estaba ahí, haciéndome los ojitos. Fue construcción instantánea o qué sé yo. Desde entonces soy dos veces feliz, aunque tú no me lo creas.

Soy el hombre de los dos Oxxos.


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