Revista Diario

El mago menguante (2021)

Publicado el 23 agosto 2021 por Juank5607 @Juank5607

La habitación vacía reproducía incluso el eco de su respiración. Estaba sentado solo en medio de la gélida sala de interrogatorios mientras los agentes lo observaban a través del cristal con una mezcla de pena e incredulidad.
El inspector jefe volvía a entrar, desesperado, secándose el sudor de la frente con la manga de la camisa. Se sentó frente al detenido apoyando sus brazos sobre el respaldo de la silla y volvió a repetir la misma pregunta:
-¿Cómo lo hizo? ¿Cómo lo hicieron?
Él permanecía en silencio con los ojos llorosos. El inspector dio por hecho que no iba a contarle nada nuevo, pero no podía quitarse de la cabeza la imagen de la ciudad inundada. Decenas de personas confesaron haberle visto junto al muelle con alguien más justo antes de que el mar se tragara las calles. Sin embargo, el único detenido no les había contado más que cuentos.
Una agente entró y colocó una taza de café junto al inspector. Él la cogió y abandonó la sala furioso. La joven policía se quedó allí observando cómo el detenido seguía con la mirada perdida, sin percatarse siquiera de que la puerta había quedado entreabierta. Se oía el murmullo de los agentes fuera de la sala y el chapoteo de los zapatos sobre el suelo encharcado.
La policía se sentó frente al detenido y tomó su mano. Movió sus labios sin emitir ni un sonido y asintió con la cabeza. Entonces él repitió su historia:
-Nos conocimos en el muelle hace cinco años-empezó-y hablamos hasta casi el amanecer.
Él tenía las manos heladas mientras ella intentaba templarlas con caricias de complicidad. Los ojos de él se clavaron en la mesa, como si contar su historia le hiciera ser real.
-Al amanecer nos despedimos. Nuestro barco se marchaba. Y creo que si hubiera amanecido un minuto más tarde, quizás, no se hubiera ido.
-¿Y qué tiene que ver eso con el mar?-inquirió ella desconcertada-¿Sabes qué fue lo que pasó? ¿Cómo se inundó la ciudad?
Él escuchó la pregunta, pero sabía que la respuesta no la contentaría. Levantó la cabeza y flechó sus ojos con los de la policía antes de seguir hablando.
-Cada año vuelvo el mismo día al muelle a esperar a verle. Espero el mismo barco toda la noche y deseo con todas mis fuerzas que amanezca un minuto más tarde. Solo un minuto. Tiro migas de pan a los peces y observo a la gente que espera junto a su equipaje entre mantas a que sea la hora de zarpar.
-Pero este año algo cambió, ¿no es así?
Él asintió.
-Él no ha vuelto. Ni una sola noche desde entonces. Pero yo sabía que solo necesitaba un minuto más. Un minuto más tarde. Solo un minuto.
Empezó a temblar como si la confesión estuviera a punto de salir a trompicones de su garganta, haciendo que la policía retrocediera unos centímetros asustada.
-Estaba a punto de amanecer otra vez y no quería que pasara otro año más. Vi cómo el cielo se aclaraba y la luna comenzaba a difuminarse. Entonces estallé y apreté todos los músculos de mi cara con fuerza y…
Detuvo su historia un instante y dirigió sus pupilas a la lámpara del techo. La policía siguió su mirada y observaba cómo él señalaba la bombilla con su dedo índice. La luz empezó a parpadear.
-…apunté con mi dedo hacia la luna. Guiñé un ojo. Entorné la mirada hasta que la yema de mi dedo cubriera la luna por completo. Empecé a deslizarla por el cielo como una ficha de ajedrez y el cielo, poco a poco, volvió a oscurecerse. Las estrellas se volvieron más nítidas y la marea comenzó a subir. Algunas barcas se hundieron aun estando en la orilla y yo sentí cómo el agua cubría mis tobillos. Oía a la gente tras de mí…
Él no podía parar de hablar mientras la bombilla se balanceaba cada vez con más fuerza en el techo de la sala. La policía contenía la respiración.
-…y reconocí su voz entre la gente. Se acercó a mí mientras el mar casi me llegaba por las rodillas y me susurró…
Bajó su mano y la luz volvió a quedarse fija. Ella dirigió su mirada a la del detenido, quien volvía a tenerla perdida.
-…”pero solo un minuto más”.
Ella miró un segundo al suelo. El agua estaba a punto de llegar a la altura de su asiento.
-Y en un minuto el mar lo cubrió todo, ¿no es así?
Asintió.
-Pero si me deja salir de aquí-dijo con absoluta seriedad clavando sus ojos en los de la policía-Si me deja salir de aquí, que sepa que volveré a hacerlo. Solo por un minuto más.


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