Revista Talentos
Los zombis son nosotros. Eso es lo que hace del sub-género de las películas sobre muertos vivientes –o derivados igualmente inquietantes como los “infectados” de “28 Days Later”, esa genial película de cierto director ganador del Oscar que se llama Danny Boyle- algo tan atrapante y aterrador. Porque generalmente en un enfrentamiento equitativo entre vivos y no-muertos el vivo tiene todas las de ganar –inteligencia, velocidad-; los zombis no deberían ser la pesadilla apocalíptica que son…y sin embargo lo son. ¿Por qué?
Max Brooks –hijo del legendario comediante Mel Brooks- contesta de la manera más detallada y espeluznante que uno se pueda imaginar. Lo hace, por supuesto, en el libro que inspiró una película aún próxima a estrenarse con Brad Pitt como protagonista: “World War Z”. El título se traduciría literalmente como “Guerra Mundial Z”, y lo que retrata es exactamente una guerra entre humanos y zombis en todo el globo.
Lo hace de una forma particular. No tenemos un héroe recorriendo el mundo a la vanguardia de la guerra, limpiando el mundo país por país armado con un enorme arsenal y acompañado de un grupo de variopintos guerreros. El protagonista en esta novela en ningún momento sostiene un arma. De hecho, el protagonista –y eso debería ir entre comillas- ni siquiera interviene salvo para hacer una que otra pregunta o presentar a tal o cual personaje. Sí hay gente con armas y sí hay batallas imponentes, pero son sólo una parte minúscula de la Guerra.
El anónimo narrador es un empleado de las Organización de las Naciones Unidas (ONU) que recorrió el mundo luego de una hecatombe que casi extinguió a la raza humana: una epidemia zombi a escala mundial. El empleado de la ONU recorrió el mundo entrevistando a sobrevivientes que contaron cómo vivieron los confusos inicios de la plaga, el “Gran Pánico” y, finalmente, la reacción de la humanidad. Desde líderes mundiales hasta simples soldados de distintos países hasta civiles como un cirujano brasileño, un estudiante palestino y un “otaku” japonés, entre muchos otros, nos cuentan la Guerra Mundial desde sus muy variados puntos de vista, y esas entrevistas forman el libro.
Pero el nivel de detalle que Brooks transmite con sus relatos es verdaderamente escalofriante: el autor estadounidense lo tuvo absolutamente todo en cuenta, y pinta un retrato de cómo un evento como un apocalipsis zombi afectaría cada faceta de la sociedad que se antoja totalmente realista: la economía, la religión, la política, y las diferencias sociales y culturales, todas entran a convertirse en un factor en el libro de una forma creíble a la vez que altamente irónica en muchos casos –toques como el país que de pasar a ser uno de los últimos regímenes comunistas del mundo emerge como el superpotencia económica más grande del mundo tras finalizar la guerra le dan mucho color a la historia-.
Pero es la forma en que el autor pinta el descenso del mundo en la locura y la sangre lo que resulta más conmovedor a la vez que aterrador, y es que aquí entra en juego lo que dije antes: en sí mismos, los zombis son una amenaza de cuidado, pero no una demasiado difícil de vencer.
Los zombis de este libro siguen las reglas grabadas a fuego en la cultura popular por el director George A. Romero y su inolvidable “La Noche de los Muertos Vivientes” (1969): entiéndase, los no-muertos son incesantes en su búsqueda descerebrada de carne humana y sólo la destrucción de su cerebro puede eliminarlos definitivamente, pero al mismo tiempo son torpes y tan lentos que es posible dejarlos atrás trotando o incluso caminado rápido. Por sí mismos son un enemigo débil, e inclusive si vienen en hordas no deberían ser rivales para un buen organizado grupo de hombres y mujeres inteligentes, pero aliados con los defectos inherentes de la raza humana llegan a un paso de conquistar el planeta. La confusión, la cobardía, la incredulidad, y la duda al llegar el momento de actuar hacen de los humanos responsables tan directos de la catástrofe como el enemigo hambriento de carne. Es eso lo que le da a los zombis la ventaja, lo que gana batallas para ellos.
Como dice una de las entrevistadas del libro, la Guerra fue “nuestro desastre”.
Como toda obra de ciencia ficción de calidad, “World War Z” no es tanto un libro sobre zombis como un espejo algo retorcido para mirarnos a nosotros mismos.