J.D. Salinger, el tipo que optó por el aislamiento para que tipos como yo no arruinemos sus libros con malos microrrelatos. :(
Los niños no querían jugar entre el centeno, les aterraba. Sus padres, con crueldad y acaso ignorancia, los obligaban a realizar tareas despreciables amenazándolos con aquella vindicta.
El guardián entre el centeno, una novela que se debe leer.
Cierto día, un niño se rebeló. Obsesionado con aniquilar la dictadura del terror que imponían los adultos, no quiso comer lo que le asqueaba. Nadie pudo hacerle entrar en razón y sus padres lo condenaron al campo de centeno.
Allí, un grupo de chiquillos lo aguardaban para jugar. Todos tenían la cara triste y, al parecer, cada cierto tiempo un catcher atrapaba a alguno para despeñarlo por el precipicio con el que lindaba el sembrío de centeno.
Los desayunos eran una tortura, pues era probable que al menos uno no llegase a almorzar con el resto.
El niño que se reveló quiso escapar del juego, pero sus compañeros, empeñados en salvar sus vidas, lo acosaron hasta que cayó en manos del guardián entre el centeno, quien, sin decirle una palabra, lo empujó al abismo.
Los que permanecían en el campo de centeno conjeturaban que ninguno de los pequeños llegaba a morir, sino que caía eternamente a través de aquel pozo sin fondo o que quizá lograba emprender el vuelo y, como un ave, remontaba el cielo para alcanzar la libertad…
¬¬