Revista Literatura

El oscuro doctor en Letras

Publicado el 14 junio 2015 por Kirdzhali @ovejabiennegra
La

La “Divina comedia” en la edición preparada por don Enrique de Montalbán.

La primera vez que escuché hablar de don Enrique de Montalbán, doctor en Letras, fue por mi padre, quien me presentó uno de los volúmenes más preciados de su biblioteca: la “Divina comedia” de Dante, editada, según parece, en 1888 por la Librería Española de Garnier hermanos en París.

En aquel tiempo – yo tenía doce años –, estaba más interesado en los videojuegos, por lo que no compartí el entusiasmo de papá por el libro, el mismo que había llegado a sus manos como parte de la herencia de su tío abuelo, quien lo adquirió en la desaparecida Librería Sucre de la Plaza de la Independencia.

Mi padre sostenía que aparte de las ilustraciones de Yan D’Argent y los estudios introductorios, su mayor mérito eran las notas explicativas elaboradas por Montalbán.

La “Divina comedia” es un libro que, para ser apreciado en su justa medida, requiere aclaraciones acerca de la multitud de personajes citados por Dante, pues sus personalidades y conflictos con el poeta italiano son los que aportan sentido al poema.

Aproximadamente unos diez años más tarde, al leer la epopeya por primera vez, comprendí lo que papá había querido explicarme en el instante en que yo estaba ocupado con la nueva aventura de Donkey Kong para Game Boy.

Por las páginas de aquel volumen rojo desfilaban los Montesco y los Capuleto, acompañados de papas, reyes, filósofos griegos. Hombres y mujeres, alineados con los güelfos o los gibelinos. Homosexuales, genios, ninfómanas, corruptos, santos y asesinos, en pocas palabras, un mosaico completo de los principados italianos del Medioevo. Sin las notas de don Enrique de Montalbán solo un erudito historiador – y acaso ni él – podría entender las razones por las que las puertas infernales se abrían para unos y se cerraban para otros.

Bice Portinari, probable modelo de la Beatriz de Dante.

Bice Portinari, probable modelo de la Beatriz de Dante.

Leer solo las notas del doctor en Letras español es una aventura literaria e histórica. Cada nombre mencionado resume las pasiones de Dante y los prejuicios de la Edad Media. A través de aquellas descubrimos que el príncipe de los poetas italianos era un hombre como nosotros, a quien la política había marcado hasta el punto de convertirlo en un insultador exquisito, al tiempo que su alma de poeta le hizo consagrarse a una mujer, Beatriz, con la que, si existió, acaso jamás llegó a materializar su amor.

Pero ¿quién era don Enrique de Montalbán, doctor en Letras? Cuando terminé de leer el libro emprendí su búsqueda en internet, pero lo que encontré fue mucho más sorprendente que su conocimiento de la Edad Media italiana: ¡nada! Montalbán era un fantasma.

Por otro lado, la editorial que publicó el libro, Garnier Frères, había sufrido una serie de avatares, incluida la quiebra en 1983 y su posterior reubicación del número 6 de la calle de los Saints-Pères al número 6 de la calle de la Sorbonne. Mas, no existían datos en el sitio de internet sobre sus libros antiguos en español.

En noviembre de 2004, perdida ya la esperanza de hallar algún rastro de Montalbán, el Centro Virtual Cervantes colocó en su página web un artículo de Fernando Sorrentino sobre el doctor en Letras. La casualidad quiso que yo lo descubriera una mañana mientras buscaba cierta imagen del infierno de Dante para un texto en preparación. La sorpresa fue mayúscula: aquel jamás existió.

Antiguo edificio de la editorial de los hermanos Garnier en París.

Antiguo edificio de la editorial de los hermanos Garnier en París.

Los hermanos Garnier, vendedores astutos, decidieron fabricar a este erudito, convirtiéndolo en el autor de unas notas que no eran otra cosa que un plagio de la edición de la “Divina comedia” preparada por Manuel Aranda Sanjuán en 1868. La del doctor en Letras contiene variaciones mínimas que se reducen a cambios de palabras – parecido a lo que hacen algunos de mis estudiantes de Literatura al descargar información de internet para una tarea –, pero en esencia es la misma. Montalbán resultó ser un personaje más del libro de Dante.

En cuanto a los Garnier – quienes para sus ediciones españolas contrataron a figuras de la talla de los hermanos Machado –, sus colecciones de clásicos eran magníficas y aun hoy se siguen publicando en una versiónreload” de la editorial parisina, que ha abierto su mercado a los libros digitales y se dedica a la difusión y rescate de las obras antiguas en su biblioteca virtual.

Me pregunto qué habría pensado Borges sobre el caso de don Enrique de Montalbán y los editores parisinos. ¿Acaso aquello habría generado un cuento? No lo dudo.


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