Revista Diario

El Pensador y el Comprobador (Cambiar tus creencias, parte 2)

Publicado el 27 junio 2013 por Alxndro @al_x_ndro

“Cuando recordamos que todos estamos locos, los misterios desaparecen y la vida queda explicada.”
-Mark Twain

Una forma más de comprender cómo es que funciona la mente humana cuando se trata de creencias es por medio del modelo del Pensador y el Comprobador.

La forma en que esto funciona es considerando que la mente humana se comporta como si estuviera compuesta por dos partes. La primera, el Pensador, puede pensar sobre cualquier cosa, no importa qué sea. Puede pensar que es el ser más importante del mundo o que su existencia no tiene valor, puede pensar que existen extraterrestres o que no, puede pensar que cierto sistema político es el mejor o que no; las opciones son todas.

La segunda parte es el Comprobador, su labor consiste en encontrar la evidencia necesaria para comprobar que cualquier pensamiento que hemos tenido o, bueno, que el Pensador ha pensado, es cierto (sólo por ser nuestro, curiosamente). Digamos, si pienso que no valgo nada, buscaré todas las pruebas de que es así, encontraré cómo es que la gente constantemente me desprecia, cómo nada me sale bien, cómo es que soy terriblemente feo y desagradable y etecé. Esto por sólo dar un ejemplo posible.

El Comprobador es un filtro de nuestra experiencia, selecciona sólo lo que requiere para comprobar todos los pensamientos inevitablemente egoístas (parece ser que encuentra muy desagradable no tener la razón, hasta el punto de preferir mortificarse a dudar de lo que piensa) que tenemos a lo largo del día. Lo demás, lo descarta. Es un proceso automático y de allí la importancia de darnos cuenta de él, de cómo opera constantemente todo el tiempo, lo cual podemos definirlo con el siguiente enunciado:

Cualquier cosa que el Pensador piensa, el Comprobador comprueba.

La mejor forma consciente y voluntaria de darte cuenta de cómo esto está operando todo el tiempo en tu vida es dudando lo que crees, cuestionando lo que piensas. Para esto, te sugiero una simple pregunta que ya he mencionado previamente, ante todo pensamiento que tengas pregúntate:

¿Es cierto?

O mejor aún, para poder escoger tu creencias, para reprogramar tus pensamientos, existen tres preguntas que te ayudarán a tomar conciencia. Hazlas sobre lo que piensas, crees y estás considerando decir. Hazla una tras la otra, cada una como un filtro antes de poder pasar a la siguiente. Hazlas con toda la honestidad y humildad que tengas:

  • ¿Es cierto?
  • ¿Es necesario?
  • ¿Es amable?

¿Son las cosas que te dices ciertas? ¿Tienen algún sustento?
¿Necesitas lo que te estás diciendo, o es algo que te sobra, que no te conduce a lo que quieres?
¿Es lo que piensas amable? ¿Te hace sentir mejor o te sume en un desprecio por el mundo, las personas y ti mismo?

Si algo que piensas recurrentemente te hacer responder ‘sí’ a estas preguntas, es un pensamiento (y potencialmente una creencia) benéfica, que te da poder sobre ti y tu experiencia. Si no pasa las tres preguntas es mejor que consideres descartar ese pensamiento y crear otro. Esto puedes hacerlo desde su inmediato contrario (‘soy desagradable’ se convierte en ‘soy agradable’) o partiendo desde cualquier lugar que sientas es conducente a crear una creencia que te llevará a lo que quieres vivir.

Podrá parecerte muy sencillo, pero estas preguntas son en verdad poderosas, especialmente si te comprometes a usarlas todo a lo largo de tu día durante algunos meses. Aprenderás cómo mucho de lo que crees son simples caprichos. Además puedes complementar esta pregunta con otras preguntas de tu invención, las cuales siempre te devolverán a ‘¿Es cierto?’, algunos ejemplos:

  • ¿Qué de esto considero que es obvio?
  • ¿Qué gano de tener esta creencia?
  • ¿Por qué estoy convencido, qué evidencia existe?
  • ¿Cómo me siento al saber que esto es como yo pienso?
  • ¿Qué otras opciones tengo?
  • (cualquier pregunta inquisitiva que se te ocurra)

Quizá descubras tras realizar este ejercicio que pocas cosas puedes asegurar que sean ciertas. Puede que encuentres que toda certeza que piensas tener es una creencia, es una apuesta, una suposición. Probablemente encuentres que, en este sentido, todas las creencias son neutras, son iguales, puedes creer una u otra indiferentemente ya que no puedes comprobar realmente su total veracidad.

Esto implica que lo importante no es tener razón, sino decidir conscientemente en qué deseas creer, qué experiencias quieres crear que surgirán de las creencias que decidas mantener. En este sentido es que nuestra vida se convierte en un lienzo o una hoja en blanco sobre el que pintamos o escribimos. Somos autores de nuestras vidas y, por eso, podemos decir que todos somos artistas. Toda creencia y todas las experiencias que derivan de ellas son creaciones.

¿Estás consciente de que estás creando tu experiencia al escoger y mantener ciertas creencias? ¿O todo te sucede por accidente, sin darte cuenta?

Eres más creativo de lo que supones. Toda la percepción de tu vida es creación tuya.

Para poder crear debes aprender a comenzar desde la aparente nada, un cierto vacío. Es decir, la habilidad más importante que puedes desarrollar tras aprender a ver a tu Pensador y Comprobador es el aprender a moverte por la vida ‘sin mapa’. Es decir, no tener certezas, no creer fijamente en nada. Estar en una constante apertura mental que te permita adaptarte en cada momento a lo que ves que sucede en tu vida en vez de comportarte de acuerdo a lo que supones cierto en tu mente.

Así como ciertas acciones conllevan ciertos resultados, ciertas creencias permiten ciertas experiencias. Y lo mejor que puedes hacer es abandonar tus apegos y preferencias a ciertas creencias para permitirte cambiar a cada momento acorde a cómo quieres que sea tu vida. Te sentirás vulnerable, pero probablemente estés más cerca de la verdad que cualquier persona que esté completamente segura de cómo son las cosas.

Aprende a estar a gusto y cómodo no sabiendo, disfruta el misterio que verdaderamente es la vida. Tú decides en qué crees, tú decides hacia donde va tu vida y tu atención.

¿En qué estás pensando?

[La lección del Pensador y el Comprobador me vino de este libro que te recomiendo leer (si tienes una mente abierta a ideas diferentes a las que ya tienes). Incluso me tomé la molestia (más correcto: me di el gusto) de traducir el primer capítulo para que puedas leerlo. Es básico y esencial. Puedes encontrarlo aquí.]

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Índice de la serie:


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