´
El perol
La vida es un camino para llegar a ninguna parte, donde no hay
certezas de nada, todo son misterios incomprensibles y nadie sabe
nada. La vida es un perol de calabazas podridas que alimenta las
almas, envenenando su esencia. Unos pocos pasos en el tiempo sin
saber cómo ni por qué estás aquí, o te tienes que ir.
Aquí nadie sabe nada, la única certeza es que se acaba. Entre tanto
caminamos con aires de importancia, sintiéndonos soberanos y reyes.
Inventamos canciones y cuentos haciendo de ello lo más primordial
de nuestras presencias. Sin saber nada, creemos saberlo todo.
Camino entre el tiempo y la madreselva, entre hierbas venenosas
enraizadas en costumbres huecas, pero, por supuesto, sin certezas.
Mis ojos ciegos de asombro me presagian que el final está cerca.
No quiero razonar nada más, no quiero pensar, tampoco quiero
recordar. Quiero abandonar mis rencores, mis odios y escapar del
sentir hondo que me tiene prisionero.
¡Qué absurdo se ve el mundo cuando estás al borde de la
muerte! Creo que me queda poco tiempo, a pesar que puedo pensar
con claridad.
¡Cuanto luché, peleé, maldije en mi camino! Veo un ser de luz
ante mí, con serenidad me observa. Resuelto le pregunto el por qué
de la existencia. Él tranquilamente me contesta: No sé, dímelo tú.