Ando yo estos días canturreando una canción de Serrat.Y mira que últimamente andaba yo un poco seria con él porque creo, en mi modesta opinión, que una persona que ha cosechado tantos éxitos, debería aprender que cuando ya no se puede, mejor dejarlo y tendría que habernos evitado esa gira última con Sabina, donde el vibrato se convierte en el único recurso para seguir interpretando las canciones, y hay que recurrir al coro para que te sustituya en la parte a la que no llegas y seguir de esta manera ofreciendo conciertos al "módico" precio de setenta euros la entrada.No creo que a estas alturas de la película, este hombre necesite seguir cantando para vivir, y si ese es el caso, haría mucho mejor, siempre en mi modesta opinión y desde el cariño de fans que le tengo, en componer, que es algo que siempre ha hecho de maravilla, que le caracteriza y que le ha convertido en lo que es. ¿Dejará de haber voces nuevas a las que hacerle una de esas canciones que son pura poesía, para volver a embelesarnos con la cadencia de sus versos?Y si no, y a eso iba, mejor que el trote de las giras, estaría bien que pusiera una cadena de estas de videncias que ahora tanto se llevan, porque si las profecías mayas no han dado, afortunadamente, una en el clavo, en cambio mi amigo Joan Manuel tiene canciones que son una crónica, confeccionadas hace muchos años, de lo que hoy en día está ocurriendo en España.Y si no me creéis, ojo al dato con la cancioncita que se me ha pegado estos días al paladar. La recuerdo de los conciertos a los que fui porque siempre la presentaba con una música suave de fondo y una luz tenue bajo la que nos preguntaba: ¿A quién no le gustan los cuentos? Y con esta sencilla pregunta, empezaba a desgranar aquella historia del príncipe y la rana, un cuento con moraleja donde al contrario del original, era el príncipe díscolo el que acababa convertido en batracio por el hechizo de un beso.No puedo evitar pensar en nuestras infantas de España, princesas de nacimiento que, de una manera u otra, van por el camino de croar mirando a la luna, después de que sus parejas, más que ranas, sapos, hayan conseguido apearlas de la parte glamurosa del cuento.Desde que oí que La Casa Real ha borrado las huellas de Urdangarín de la web y que el propio príncipe se hace el sueco cuando se lo cruza en los eventos, no puedo dejar de tararear una y otra vez aquella parte deliciosa y musical que dice: y la servidumbre, como es natural, no le permite la entrada en palacio...Bueno, si os apetece aquí os la dejo. La verdad es que si me pongo a pensar, no sé si es una profecía o simplemente una verdad que no cambia, el lastre que tienen que acarrear los poderosos y los ricos. Hombre, bien pensado todo tiene su lado bueno. A no ser que me esté leyendo Borja María, Luis, Juan de todos los santos, ni tú ni yo tendremos nunca que pasar por eso. ♫ En el jardín frondoso de sus papás....♫♪ hoy hay un príncipe menos y una rana más.....♫