Revista Talentos
Supongo que algún día volveré a leer esto y me recordará todos los detalles, porque seguro que me falla la mala memoria que me acompaña muchas veces. Como no podía ser de otra forma, estuve nerviosa durante todo el día, hiperactiva, no podía dejar de hacer las cosas a matacaballo para que me diese tiempo a terminar todo antes de las ocho de la tarde, que era la hora a la que tenía que salir de casa para llegar puntual al aeropuerto. Y, sí, puntual. Casi siempre, no sé exactamente cómo lo hago, llego tarde, así que a esta gran cita quería llegar con tiempo y ser yo la que esperase...(guiño, guiño)
Imprevistos resueltos, vino Lucía a mi casa a las ocho para hacerme el relevo y quedarse a vigilar a los niños que ya estaban cenados y metidos en la cama (dedicaré otro día a contar las rutinas diarias de las familias aquí, que son diferentes a las que nosotros tenemos en España, por cierto). Como decía, vino Lucía, nos entretuvimos un poquito hablando y salí de casa camino al aeropuerto con tiempo sobrado para llegar a ver a Carlos saliendo por la puerta a las 21:17 horas exactamente.
Llegué como con diez minutos de antelación (marca récord), busqué los paneles informativos para ver cómo iba el vuelo y, ¿cómooo? ¡¿desde cuándo se adelantan los vuelos en aterrizar?! Ay mi madre...¡Ni un día como este voy a llegar a tiempo! Corrí lo más que pude, literalmente, buscando la puerta 31 para que me diera tiempo a que Carlos me viera ahí esperándole. Y llegué, dos minutos antes de que saliese, pero llegué. Allí lo vi salir, cansado después de muchas horas de viaje, pero sonriente. Y yo más. No me lo creía.
¿Qué sentí? Paz, tranquilidad, nervios, alegría, felicidad, ganas de llorar... Un poco de todo, es una mezcla de muchos sentimientos a la vez. Y para mi, que soy especialmente agorera, también miedo. Miedo de pensar en el vacío que iba a sentir cuando se fuera y en cómo iba a ir el viaje que llevábamos tanto tiempo preparando. Miedo de que los sentimientos hubieran cambiado a pesar de haber estado lejos sólo algunos meses. Pero, afortunadamente, no fue así. Todo seguía como siempre. Estuvimos un buen rato hablando mientras esperábamos las maletas: ¿no te da la sensación de que nunca nos hemos separado?
¿Cómo han sido vuestros reencuentros con pareja, amigos o familia?