Revista Diario

El señor amarillo

Publicado el 07 abril 2010 por Anabel

El Señor Amarillo es coleccionista. Comenzó su labor al inicio de los tiempos, cuando se dio cuenta de que los demás soñábamos. Desde entonces, cada noche alza su nariz y husmea el ambiente en busca de las ensoñaciones más embriagadoras, ya sean alegres fantasías o pesadillas interminables. Recorre ciudades, pueblos, hasta las aldeas más pequeñas, en busca de su preciado objetivo. Un tesoro para él que nunca tuvo sueños propios.

Un momento antes de que tu mente se adentre en fase REM, atraviesa la puerta de casa, como si de un fantasma se tratara. En la oscuridad y en silencio, olisquea buscando su presa. Pequeña bestezuela inquieta. ¿A quién elegirá?, ¿al padre, la madre, alguno de los hijos? Nadie escapa a su interés, porque su búsqueda es infinita.

El aroma onírico, lo acerca a tu cama. Se acerca y te huele de pies a cabeza. Es definitivo. Eres el elegido. Extiende sus manos apergaminadas sobre tu cabeza y se concentra. Tu fantasía nocturna te abandona, brota como una pequeña nube cargada de datos que fluye a las manos de tu asaltante. De ahí, va directa a su interior, a prestarle alimento. Si estuvieras despierto, quedarías paralizado. No sonreirías como haces mientras lees esta advertencia. Notarías como sus manos recuperan tono, dando la sensación de que los huesos se rellenaran con una capa de carne, hasta hacerlo parecer casi humano. También verías que su piel se sonrosa por momentos. Fíjate, se ha hecho con un sueño nuevo: el tuyo. Puede que sea ese en el que buceas por el fondo del mar, o aquel en el que quedas colgado de una escalera en lo alto de un edificio viejo, a punto de caer al vacío. A él le da igual. Buenos o malos, no le importa, sólo busca calidad, intensidad en el producto que tu mente crea. Tal vez pienses que estás de suerte, que el hecho de que una pesadilla haya desaparecido te favorece. Iluso. Mañana cuando despiertes te sentirás vacío, como si hubieras dormido sin descansar. Si el coleccionista te acosara durante un mes, no superarías la experiencia. Ahora no te inmutas, ni siquiera te revuelves un poco en la cama.

¡Quédate tranquilo!, todo acaba. El Señor Amarillo, agradece haberte encontrado. Mira al cielo, satisfecho por el festín. Un instante dedicado a la bendición. De repente, sus ojos quedan fijos en el vacío. Algo llama su atención. Alza la nariz, olisquea. Ha encontrado una nueva presa. Seguirá ese olor hasta donde le lleve. No hay tiempo que perder. Sale de la habitación. Flota siguiendo los efluvios de una nueva fantasía que le permita vivir. Tal vez la meta que persigue sea yo. Lo sabremos mañana, cuando todo sea irreparable, mientras él disfruta de su colección y nosotros nos preguntemos, por qué nunca recordamos nuestros sueños.


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