Revista Literatura

el todo incluido

Publicado el 17 septiembre 2010 por Beatrizf
el todo incluidoEste sistema vacacional lleva unos años funcionando, sobre todo en destinos exóticos donde la gente que va no quiere que se lo coma un cocodrilo y lo hacen todo dentro del complejo vacacional. Ha sido en los dos últimos años cuando más se ha extendido en nuestras  islas, llegando a ser ahora mismo una de las fórmulas que más usamos los locales.
Eso de la pulserita es que es maravilloso, te vas al hotel o “resort”, que se dice ahora, con el pariente y los churumbeles, les endilgas el plastiquito en la muñeca y ya te olvidas. Descargas los bultos en el “bungalow” y pa'  la piscina. Allí unos simpáticos (y pacientes) animadores se encargan de hacerte partícipe de la felicidad hotelera. Es curioso como estos profesionales distinguen por el tipo de bañador, el tamaño de la barriga o las gafas de sol, la nacionalidad de los clientes.
Bueno, volviendo al todo incluido, estamos en la piscina, son las doce y media y nos pedimos unos “snakcs” y una caña para ir haciendo gasto, los niños se empujan un “gofre” y un refresco y todos a jugar al “volley pool”. Uno de los momentos cumbre del día es el del “buffet”. Una vez ojeado el material nos armamos de plato y ganas, vamos recorriendo los expositores entongando con gracia nuestro multicolor  almuerzo. Si logramos deglutir todo aquello seguiremos levantándonos hasta ir probándolo todo. Luego, siesta, más “snacks”, más piscina, más “buffet” y “karaoke” nocturno.
Ya ven, el todo incluido puede ser fantástico para relajarnos, pero puede desequilibrar nuestras vidas (sobre todo nuestro peso).
Por suerte sus precios no nos permiten aguantar mucho más de un “weekend”.

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