Su sombra se proyectaba en el jardín convirtiendo ese momento en algo mágico. La luz del sol por un momento la cegó, pero aún más aquel reflejo.
Los grandes ventanales de aquella casa no dejaban nada para que la imaginación hiciera su trabajo.Sobre el agua de la piscina más reflejos, está vez de los grandes árboles que tan sabiamente habían sido plantados en el jardín.
Aquello era un pequeño paraíso donde perderse. Ese pequeño tiempo de ocio del que disponía se mezclaba con tintes de serenidad y algarabía en partes iguales.
Leer en aquel rincón en verano, bajo la sombra de los sauces, o en aquella terraza acristalada en invierno era uno de los mayores placeres que se había impuesto hace ya tiempo, casi nada más comprar la casa. Un gran placer la embargaba cuando dejaba a un lado su rutina y desconectaba brutalmente su mente, simplemente cambiando de actividad. Era su forma de relajarse.
Estaba acostumbrada a ese no parar. No recordaba ningún momento de su vida en que no hubiese alternado más de una actividad.Muchas eran sus pasiones, todas compartidas, todas sin problema sobrellevadas. Hacía ya largos años que su caminar se había tornado pausado y sereno, había conseguido aquello que deseaba en su vida, no necesitaba ya nada más…
Colmados sus deseos y anhelos de crecer profesionalmente había encontrado su lugar, desarrollando una actividad que le llenaba, compaginándola con aquello que personalmente le embaucaba y le hacía ser mejor persona, compartía su saber sin darse cuenta de que su serenidad embrujaba mucho más de lo que ella podía imaginarse.
Junto al diván en el que estaba recostada, una pequeña mesita también de mimbre, era el soporte de cada uno de sus vicios en esos ratos. Una infusión de hierbas, una botella de agua mineral, una curiosa y elegante libreta y su portátil, que no dejaba de ser una útil tablet, de mil y un usos, leer y escribir entre muchos otros.Se recostó y cerró los ojos brevemente para permitirse soñar. Sí, la gustaba imaginar momentos, aquellos vividos, y otros simplemente soñados.
Abrió despacio sus ojos sin resistirse a dejar su ensoñación, para ojear aquel reflejo, que antes la cautivó. Ya no estaba allí, pero no se preocupo sabía que no andaría muy lejos… De hecho estaba junto a aquella mimosa que a ella tanto la gustaba. Ese amarillo chillón que deslumbraba la vista.
Su sonrisa era amplia y embaucaba sin duda, su silueta perfectamente perfilada por el reflejo del sol, la producía placer, nunca había podido evitarlo, A pesar de su madurez, sus carnes eran prietas, aunque con signos de esos tiempos que se acercan a toda mujer que ronda cierta edad. Las arrugas incipientes alrededor de los ojos, esas esmeraldas que brillaban y la trastabillaban emocionalmente, hasta la médula, la hacían aún más bella.
Sus sonrisas habían hollado en la piel alrededor de su pequeña boca, surcos, que le conferían un aspecto interesante.Su cabello dorado brillaba, sí, aquellos reflejos canos lo hacían más lindo aún….
Nada cubría su cuerpo, aunque lo conocía perfectamente, podría recorrerlo como si de un camino acostumbrado se tratará con los ojos cerrados.Cada rincón, recoveco, cada lunar, cicatrices, todo perfectamente colocado en su mente traviesa, una cartografía perfecta de aquello que más deseaba, que tantas satisfacciones la causara.Si bien al principio, opto por ocultar sus gustos y relaciones, llegado aquel momento en que uno encumbra la vida y tiene claro lo que desea en su caminar y su encuentro en aquel tranquilo, sosegado, deseado atardecer de la vida, de su particular Ítaca, decidió disfrutar de cada momento de su vida, dejando a un lado ya por fin, aquellas etiquetas, cánones, de que la sociedad y nosotros mismos nos envestimos.
No fue fácil al principio, aunque acostumbrada a las luchas y a sobrevivir en esa jungla en que se embarcaba cada mañana a vivir, llena de francotiradores dispuestos a aniquilarla en cualquier momento, al menor descuido, por su siempre afable, rebelde, e inexorable proceder.Sus amigos, algunos la dejaron de lado, pero quedaron aquellos leales, los que realmente importan, Su familia no tuvo inconveniente alguno en mostrar al mundo esa relación como lo más natural, lo que realmente era.Aquellos días antes de abrir las puertas de su mundo a sus seres queridos, el miedo la paralizaba, el estomago dejo de admitir comida y los sentidos andaban turbados. ¡¡Vaya tontería!! Pensó después al reflexionar sobre cómo había acontecido todo.
Ahora mientras la contemplaba allí entre sombras, y su cuerpo se fundía en el deseo, se sintió plena, llena de todo…………….Su vida por fin era suya, sin importar el mañana……………
Letras de Marijose Luque.-Sonrisas de Camaleón
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