Ilustración de autor/a desconocido/a
Revista Diario
Hace poco estuve en el reconocimiento de la mutua en relación a mi trabajo y hacía mucho tiempo que no sentía tal indignación. Me citaron con 37 semanas de gestación, ante lo cual se sorprendieron de que acuda a estas alturas y, especialmente, de que no me encuentre ya de baja por la Seguridad Social.Nada más llegar, la enfermera me hace una prueba de vista, me pesa, talla y toma la tensión. Lo que viene siendo un control rutinario. A continuación paso con el médico, muy resuelto y simpático, pero que ni siquiera se lee el cuestionario que ellos mismos me facilitaron y que resultaba imprescindible para acudir a la cita. Me solicita una analítica reciente (el otro requisito indispensable), que tampoco miró hasta poco antes de concluir la visita y tras preguntarle qué querían decir los niveles que habían salido algo alterados... resulta que tengo anemia, un dato (más) irrelevante parece ser.Zanjamos la cuestión en una entrevista de escasos minutos que comienza explicándome brevemente en qué consiste la baja por riesgos en el embarazo, para a continuación recalcar que esta información será útil para mí si tengo alguna amiga en otro puesto, pero no en el mío. Así, de carrerilla, sin pestañear ni perder la sonrisa.Me comenta que si tengo molestias considerables, como es lo común y lógico en una gestación tan avanzada, me recomienda acudir a la SS, porque él debe comunicar que soy apta con restricciones para desempeñar mi trabajo. Que aun así, si lo deseo, puedo tratar de tramitar la baja por la mutua (baja que obviamente no me darán puesto que se basan en su informe). Dicho esto, se reafirma en animarme a acudir a mi médico de medicina general cuanto antes dados los síntomas que brevemente le comento por encima.Creo que nunca había vivido una situación tan absurda.Ante mi perplejidad por la acontecido, puesto que era evidente que no se valoraba, ni en mi caso ni probablemente en ningún otro, el estado clínico ni personal de cada individuo, sino que se ciñen exclusivamente al trabajo que desempeñe, aclaró que en mi profesión no se contempla el riesgo para la gestación en ningún momento puesto que no hay motivos que entrañen peligro directo en sí mismos. El resto no es algo que tengan que valorar ahí, esto último no lo comentó pero me quedó claro.Me pregunto cómo un médico, dado que es un médico quién realiza estos "reconocimientos", puede aconsejarte y afirmar la necesidad de tomar una baja médica mientras realiza un informe en el cual subraya, contradictoriamente, que soy apta con restricciones. Todo esto sin leer el cuestionario ni hacer más preguntas que las requeridas para cumplimentar su informe. Lo siento, pero más que médico me pareció un administrativo. Como yo, mira por dónde.Cuando me percaté de la gran trampa del sistema, que no sólo me había supuesto perder la esperanza de un trato más humano y de suplir de algún modo el gran vacío legal, laboral y social que existe en torno a la maternidad, sino también un bonito tiempo, sentí ganas de arrebatarle el dichoso cuestionario de las manos y borrar tanta sinceridad volcada en él con la confianza de que todo tenía una honesta finalidad. Si, a fin de cuentas, a ellos que estuvieran firmada cada una de sus hojas ya les bastaba.Me sentí de pronto víctima de un mero trámite hipócrita, en el cuál lo de menos era yo y no digamos mi hija. ¡Qué gran representación, qué gran mentira todo!Y yo ahí, ya desarmada, sabiendo que mis dudas y argumentos caerían una y otra vez en saco roto si es que deseaba prolongar más el estrellarme contra ese muro. Contribuyendo a esa farsa con una sonrisa (quién sabe porqué) al médico simpático que me daba la enhorabuena animándome una vez a tomar la baja ya.Todo esto mientras grapaba una copia de la analítica de rigor al maldito cuestionario y su magnífico informe. Listo para archivar.¡Siguiente!