Revista Literatura

En Bijagos (I). continuará....

Publicado el 01 julio 2011 por Beatrizf
En Bijagos (I). continuará....El cielo está lleno de estrellas que iluminan nuestras caras.
El viaje de Bubaque a Canhabaque, aunque placentero, fue muy duro por el calor, una vez en la isla visitamos varias tabancas (poblados) para comprar comida, lo único que logramos fue una mísera gallina a la que tuvimos que perseguir para su captura, ¡lo que corre una gallina cuando se lo propone!. Esta falta de abastecimiento es habitual en las Bijagos, una serie de islas pobladas por familias que viven de manera autosuficiente de los productos que cultivan, complementándolos con productos del delta: marisco y pescado. No existía, además, un transporte regular que los comunicara con Bubaque, la isla principal.
De esa guisa, hambrientos, agotados del calor  y transportando por turnos nuestra gallina viva (por lo de mantenerla fresca, claro) atravesamos de nuevo el manglar  hasta la orilla para subir a nuestro barco.
Una vez en la playa tenemos una visión sorprendente, la Mathilde Claire, nuestra embarcación, está en medio del río. Les hacemos señales a los tripulantes desde la orilla. Nelson, nuestro guía, se acerca por otra parte de la costa que se aproxima más a la nave. Nosotros, felices, nos bañamos con los niños en la orilla, son las 5 y media y los mosquitos empiezan a aparecer, para protegernos nos llenamos de lodo, los niños se ríen, especialmente de Martín que con su delgadez y altura, lleno de barro, les debe parecer como un cocotero con patas y ojos. Él no se ríe....., tiene fiebre.
Por fin llegan las explicaciones, al bajar la marea el patrón no se atrevió a acercarse mucho a la orilla y ahora estaba encallado allí en medio, a una distancia que cualquiera que supiera nadar franquearía sin problema. Pero el guía no lo permite y prefiere que andemos hasta la punta más próxima. Nosotros, como auténticos “aventureros” que éramos, comenzamos a caminar por el manglar cada vez más infestado de mosquitos (ojo, que es zona de malaria) sin podernos quitar el calzado  para protegernos de las hirientes ramas bajo el fango. Nuestros pies eran succionados por el lodo mantecoso y de olor penetrante. Nelson miraba nervioso al agua de la orilla y nos metía prisa, Jonás, que iba de los primeros, de repente se hunde un poco más, al pararse todos aprovechamos para, apoyándonos en él, pasar esa zona conflictiva. Una vez ya todos en el agua vemos que logra zafar los pies sin botas y meter el brazo para sacarlas: toda una proeza. (Continuará ......)

Volver a la Portada de Logo Paperblog