Hace algunas semanas tuve una conversación con una amiga, en ella, intenté explicar con la mayor claridad que me era posible y con los ejemplos que tenía al instante cómo es que, a mi entendimiento, parece ser que funciona la realidad (porque éste es el tipo de temas sobre los cuales soy propenso a hablar).
Ella pacientemente me escuchó y, al final, me dijo, más o menos, que todo lo que yo acababa de decir ya había sido dicho antes por filósofos y con mejores recursos y explicaciones, que no había resuelto nada. Y yo, posteriormente, humilde e ignorante ante la mayor parte de la historia de la filosofía y el conocimiento, me quede reflexionando un buen rato.
Y, de pronto, me di cuenta de que uno puede llegar a los mismos pensamientos y conclusiones (al menos a unos muy semejantes) que todas las grandes mentes de la historia. Si tienes una pregunta y te la haces constantemente, si la desarrollas en tu interior motivado por toda tu curiosidad, si buscas ver si tus respuestas se pueden aplicar a la realidad, eventualmente te acercarás a algo que se asemeje a la verdad que aquellas grandes mentes encontraron dentro de sí. Esto no es asunto exclusivo de filósofos, es simplemente el producto de esta condición humana que todos compartimos.
La verdadera sabiduría, el verdadero conocimiento, la verdadera filosofía es un asunto personal, que sólo se puede alcanzar desde tus inquietudes más personales y tu vida de día a día. Sólo de ti depende desarrollarla revisitando todos los asuntos que te parecen importantes y fundamentales en la vida que llevas. Esto no es un asunto exclusivo de la ‘facultad’, de libros y grandes autores (seres de este mundo como tú y yo).
Lo importante es lo que te preocupa, aquello que te intriga y que no abandona tu cabeza. Lo esencial es intentar tocar con tus propias manos el misterio constante que es la vida. Encontrarlo desglosado, leerlo y decir ‘Claro, pero si es obvio.’ no se compara. Si has encontrado verdad, es porque tu experiencia te la ha mostrado.
En este sentido, la próxima vez que encuentres un artículo, mío o de alguien más, en que te presenten una lista de diez cosas o tres preguntas o veinticinco tips sobre cualquier tema que te parezca importante, interesante o relevante, haz una pausa.
Saca una hoja o abre un documento para escribir y escribe tú mismo cuáles piensas que son esas diez cosas tres preguntas y veinticinco tips. No esperes a que ver qué dicen los demás, no esperes la versión oficial y autorizada de un autor de relativo renombre. (Sí, yo sé que es irónico.) O tú mismo inica una lista de cosas que sabes sobre determinado tema.
Probablemente descubras que no necesitas que te digan los pasos y que tienes más experiencia que la que has valorado hasta la fecha. Y puede que descubras explícitamente qué es aquello sobre lo que te serviría aprender más. Sea cual sea el resultado, lo importante es hacer la pausa, volver y reconocer el conocimiento que ya llevas dentro de ti, reconocer que no siempre necesitas que las cosas importantes te vengan de fuera.
Nadie más ha vivido los años que tú has vivido. ¿Cuáles son las diez (tú define el número) cosas más importantes que has aprendido?