Revista Diario

Enrevista futura

Publicado el 29 junio 2012 por Bloggermam

Enrevista futuraEl sobresalto todavía me mantiene a dieta de infusiones de tila.

Mi perplejidad mengua según toco el papel, casi como un marchante que comprueba la autenticidad de una moneda de oro con su propia dentadura. A la par aumenta mi asombro, sin atisbar en qué momento

Mi alteración no es fruto tanto del texto que va a continuación, si no por la forma en que dichas líneas llegaron a mis manos.

Algo tan fuera de lo común debería mantenerlo en silencio para evitar dar con mis huesos en un psiquiátrico, o peor aún, en algún programa de fenómenos extraños, jurando por las barbas de Nostradamus que no pruebo ningún tipo de droga, salvo la cerveza fría.

El suceso en sí mismo fue rápido y quizás tarde más en relatarlo que el tiempo que duró. Aunque no por breve es menos importante, más bien al contrario. De hecho los actos breves son los que más nos marcan en la vida, como un beso anhelado o una bofetada inesperada. Dicho lo cual procedo a poner en conocimiento del, ya impaciente lector, lo acontecido.

***

Me encontraba intentando hallar un GPS que había extraviado. Es curioso cómo un aparato diseñado para que no nos perdamos puede desvanecerse con tanta facilidad. Dado que no lo había podido encontrar en ningún lugar habitual de la casona, había comenzado a recurrir a lugares menos convencionales, de esos que provocan las situaciones más extrañas.

Así las cosas el incidente me sorprendió con las posaderas en pompa y la cabeza casi incrustada en un recóndito rincón de un armario infestado de cosas inútiles que se guardan “por si acaso”, y que sólo vuelven a tener utilidad cuando se las lleva un anticuario o a un trapero.

Al hurgar y revolver con insistencia sentí una extraña vibración que me hizo presagiar el derrumbe del mueble sobre mi personal, y por ello me retiré mezclando torpeza con velocidad. A pesar de que mis reflejos todavía viajan a lomos de un felino, mi destreza se comporta como pisoteada por un rinoceronte, por lo que tras mi cabeza y mis brazos salieron del armario cachivaches como para abastecer en un mercadillo benéfico. A cambio sólo me produje unos moretones en los brazos y alguna raspadura por la espalda, todavía por confirmar.

Mientras calmaba mis magulladuras, con un leve masaje, a la espera del definitivo colapso del armario, pude observar algo extraño procedente del interior del mueble. Me agaché empujado nuevamente por mi felino interior y venciendo la incertidumbre que me producía la vibración, introduje medio cuerpo en lo que se me antojaba un extravagante féretro; sólo apropiado para lo que podía ser mi rocambolesco final.

La vibración se detuvo. Pero con su ausencia no llegó la calma. Como si se tratara del siguiente acto de un sainete, al cese de la vibración le sucedió una luz sepia y una brisa de procedencia incierta.

No logré recordar que hubiera ningún juguete u otro tipo de artilugio que se hubiera podido activar accidentalmente en ese arca de Noé de los trastos, pero la curiosidad se impuso a cualquier atisbo de sentido común.

Tras el obligado pasito hacia atrás, me incliné otra vez hacia el armario para observar el inquietante fenómeno, y pude ver que dónde antes había cachivaches, ahora se abría un extraño espacio hacia la nada, brillante, por el que asomaban unos papeles de periódico. Éstos se agitaban debido a la brisa que soplaba desde la nada, produciendo un sonido sordo y desagradable como el de una carraca de pueblo que llama a los oficios en semana santa. En esos momentos mi razón ya no fue capaz de retenerme, y alargué inconscientemente la mano para arrebatar los papeles a aquella nada “sepiascente” y detener de una vez tan desagradable estruendo.

En ese mismo instante la calma volvió a la habitación. Y todo rastro de lo acaecido se diluyó en la duda de si había sido cierto o sólo un sueño.
La certeza de que había sucedido de verdad me la otorgaban los papeles, que todavía, incrédulo, sostenía en la mano. Por un momento fui la viva estampa de un lechuguino enarbolando el billete de tren en el andén de la estación mientras el expreso de Irún sigue su ruta sin importarle llevar un pasajero menos.

Fui recuperando la presencia de ánimo y mi insaciable curiosidad comenzó a pasear la mirada por las recién impresas hojas del diario. “Año L, Jueves, 13 de Junio de 2047”. La fecha me causó estupor y desconfianza a partes iguales. Rasqué el año un poco, pero no era un cero, era un cuatro. Así que, o bien me estaban jugando una broma pesada, o bien era destinatario de un atragantamiento del espacio-tiempo que sólo podía haber saboreado con anterioridad Julio Verne.

Al momento afloró aquella idea, nunca expresada de viva voz, que siempre me hizo sospechar de la facilidad para predecir el futuro del señor Verne. Esa clarividencia no podía ser fruto exclusivo de la imaginación, por desbordante que ésta fuera. En ese momento supe que Julio Verne tuvo acceso a fragmentos de periódicos de fechas posteriores a las que él vivió. De ahí que algunos de los inventos descritos en sus novelas convivieran a caballo de las vaguedades y del exhaustivo lujo de detalles.

Por desgracia el futuro no me consideró tan prometedor como el famoso escritor francés y sólo me obsequió con un streptease de 35 años.
Tras la reflexión me lancé a escudriñar el contenido de los papeles. Estuve un rato observando la publicidad, las notas breves que había en el periódico, las reseñas, los titulares; y llegué a la triste conclusión de que poco lo diferenciaba de los diarios de principios del siglo. La intensidad con la que me lancé a la búsqueda de algo espectacular, de algo realmente relevante, me agotó y al cabo de un rato me encontraba exhausto, rendido, yaciendo en el suelo acompañado de ese periódico que como una experta amante me había derrotado en un primer combate pasional y me daba la oportunidad de calmarme y volver a empezar con la tranquilidad y la dedicación necesarias.

En una segunda lectura ninguna noticia espectacular había atrapado mi atención. No leí el descubrimiento de ninguna vacuna que fuera a salvar millones de vidas, ni el contacto con alguna civilización extraterreste, ni tan siquiera algún atisbo de haber puesto el pie en Marte. Por contra las habituales malas noticias se distribuían por cualquier rincón del periódico.

Aún así pensé que si un periódico del futuro había llegado a mis manos debía de ser por algún motivo especial. Algo que necesitara mi intervención para poder cambiar el curso de los acontecimientos. En esas hojas arrancadas a la luz sepia de mi armario tenía que haber algún suceso relevante para la historia de la humanidad. Estaba claro que no iba a ser el anuncio de un cataclismo, el descubrimiento de la eterna juventud o el inicio de la última guerra. Por desgracia las películas de ciencia ficción adelantan las fechas mucho más de lo que deseamos. Puedo asegura que en base a lo que pude leer que en el 2047 los coches no volarán, que el espacio seguirá siendo un gran desconocido y que la vida continuará dominada por las miserias humanas. Aunque con un toque más amargo y descarnado todavía que el actual.

Me repuse del abatimiento y me propuse encontrar algo más sutil. Incluso pasó por mi mente que si el futuro hubiera enviado algo que no necesitara muchas luces para ser encontrado se lo habría enviado a algún ministro.

Así pues dediqué un rato de lectura calmada, llegando a la conclusión de que el texto relevante de aquel misterioso periódico era una entrevista que parecía colocada por puro relleno, sin grandes titulares, que ocupaba la parte baja de una página par, como queriendo pasar desapercibida.
No soy optimista sobre el hecho de que este texto haga recapacitar a nadie y que pueda cambiar el futuro, pero que voy a transcribir el texto para que nos demos cuenta hacia dónde estamos caminando en estos momentos.

Montevideo (Uruguay) Junio de 2047.


En nuestra serie de entrevistas “Al otro lado del telón de la pobreza” hoy buscaremos el testimonio de don Pelayo Urquejo-Gil y Verstein de Lozolla, natural de España, el país que un día también vio nacer a mi padre. Hoy veremos el punto de vista este rico empresario español, para intentar averiguar cómo la crisis de principios de siglo acabó con tan querida tierra.


Entrevistador: Buenos días, don Pelayo. La actualidad manda ¿le resulta extraño estar tan lejos de España, sobre todo sabiendo que la epidemia de dengue y el hambre está haciendo estragos entre la población?

Pelayo: En absoluto, teniendo dinero se está a gusto en cualquier sitio. Es más es todo un alivio que este nuevo rebrote me haya pillado en un viaje de negocios a Bahamas. El que casi me agarra fue el de hace cuatro años. No obstante tengo que decir que tampoco se han producido tantos fallecimientos, muchos de los fallecidos padecían otras enfermedades. Lo sé de primera mano puesto que soy amigo personal del ministro de sanidad.

Entrevistador: El último informe de la OMS indica que de los 7.000 difuntos, el 65% sufría desnutrición y el resto trastornos derivados de falta de higiene.

Pelayo: Bueno, sí, hay gente que parece que le gusta vivir rodeado de basuras y claro luego les pasa lo que les pasa.

Entrevistador: Según el último informe de Naciones Unidas España es el tercer país más pobre de Europa, el duodécimo del mundo. No le produce malestar la actual situación de un país que estuvo entre las economías más prósperas del principio del siglo XXI.

Pelayo: No, tampoco me parece que la situación esté tan mal. Son exageraciones. Sí es cierto que a principios del siglo España estaba en los primeros puestos de la economía mundial, pero eso no era bueno para la sociedad española. Tanta riqueza sólo produjo ruina moral en el país. No es bueno que los pobres tengan tanto dinero y se lleguen a creer que son ricos. Eso sólo produce confusión. Recuerdo que incluso había comunistas que jugaban al paddel o que podían llevar sus hijos a la universidad. Todo un dislate. Llegó a tal sindios que todo el mundo quería tener derecho a todos los privilegios y eso no es posible.

Entrevistador: Dicho de esa forma se podría interpretar que la crisis del 2007 fue algo positivo para usted…

Pelayo: Me han informado que su padre fue uno de los que en lugar de luchar por su patria abandonó España a su suerte hace unos veinticinco años…No se deje llevar por lo que le hayan contado su padre… No sólo fue algo positivo. Si no que era necesario. En realidad no supimos nunca como se llegó a esa situación de desastre financiero, pero una vez que estuvimos de mierda hasta el cuello, lo digo por las empresas de mi familia, nos dimos cuenta de que aquello podría tener alguna parte positiva.

Entrevistador: Que mi padre y otros millones de españoles tuviera que huir por el hambre y la represión no es el objeto principal de la entrevista, como hemos pactado anteriormente, no vamos a personalizar la entrevista, dicho lo cual, prosigamos ¿Quiere decir que las medidas que tomó el gobierno para salir de la crisis fueron erróneas deliberadamente?

Pelayo: En realidad fue fruto de la casualidad. Yo recuerdo que nadie tenía ni idea de qué es lo que había que hacer. La gente no sabía nada porque los medios de comunicación eran de buenas familias, como la mía, y no iban a perjudicar a las empresas del resto de amigos. Pero cuando nos juntábamos para cenar con los que habíamos puesto en el gobierno, no conseguíamos llegar a ninguna conclusión útil.

Entrevistador: ¿El gobierno estaba comprado?

Pelayo: ¿Comprado? No jajaja No nada de eso. Sólo había ciertos intercambios mercantiles, totalmente legales y lógicos. Los buenos amigos siempre se apoyan los unos a los otros, no tiene nada de nuevo. Eso sí, recuerdo que acordamos que la única forma de poder mantener nuestro estatus era tener una mano de obra más barata y dócil, para que el margen de beneficios pudiera seguir siendo el mismo para nuestras empresas sin necesidad de cambiar nada. En realidad fue mi padre, yo sólo le acompañaba por aquel entonces.

Entrevistador: El acompañar a su padre en los negocios, ¿le ayudó a completar su formación? Su curriculum universitario es brillante.

Pelayo: Yo no estudié nunca, no me hizo falta, sabía que iba a heredar la empresa de papá. Los títulos son de universidades privadas, a las que mi familia hizo generosas donaciones.

Sólo tenía que presentarme a los exámenes para cubrir expediente. En realidad lo más importante de aquellos años fue conseguir afianzar buenas amistades con otros futuros empresarios como yo. Las juergas de esa época unen para toda la vida. En cuanto a los títulos, no hay nada como estar unos años en el extranjero y regresar con unos cuantos masters de algún lugar al que la gente no tenga acceso. Visten mucho, dan prestigio, los cuelgas en la pared y luego contratas a unos cuantos muertos de hambre que sepan cómo hacer las cosas por unos cuantos billetes y a vivir…

Entrevistador: La educación fue uno de los grandes derechos eliminados durante aquella crisis. Además de la sanidad. Como consecuencia el nivel cultural de España es bajísimo y la esperanza de vida ha disminuido hasta los 71 años. ¿Sabe si las personas que conoce en el gobierno tienen previsto invertir dinero para mejorar estos aspectos de los ciudadanos españoles?

Pelayo: No diga insensateces, no hacen falta tales inversiones .Los súbditos de Felipe VI son más felices ahora que nunca.

Entrevistador: ¿Viviendo menos y siendo casi analfabetos?

Pelayo: Veo que no comprende la realidad de fondo. Ahora la gente vive con menos preocupaciones. Sólo tiene que trabajar, ser útil a la sociedad. Y es feliz. Puede que viva menos años, pero los viven más felices. Ya nos encargamos nosotros de darles la información que necesiten. Ellos son felices con su familia, compartiendo la caridad cristiana con sus convecinos en total armonía. Y todo eso fue gracias a los recortes en educación. No es bueno que la gente piense demasiado, se vuelve conflictiva y no obedece. El analfabetismo funcional de principios de siglo estaba bien. Siempre es interesante tener una legión de gente con un criterio fácilmente deformable, para manipularlos sin demasiado esfuerzo. Pero había algunos flecos sueltos. Siempre aparecía algún listillo que nos ponía en evidencia y soliviantaba al populacho. Con la excusa de la crisis pudimos cambiar las condiciones laborables para conseguir que esos incómodos listillos se fueran a pensar fuera de España y quedarnos sólo con los útiles.

Entrevistador ¿Con los tontos?

Pelayo: Con los útiles. Y para evitar que hubiera más gente que se creyera con derecho a decirnos lo que había que hacer privatizamos la educación para mejorarla en valores para la sociedad. De este modo conseguimos controlar al máximo a la gente, incluso conseguimos, con el tiempo que la gente ni tan siquiera pudiera emigrar, por los problemas que supone homologar los estudios españoles en cualquier parte del mundo, y porque teniendo a la gente bien adoctrinada no quieren ir a ningún sitio, como Corea del Norte, pero sin necesidad de tener soldaditos en la frontera.

Entrevistador : ¿Se refiere a cuando todo el sistema educativo pasó a depender de organizaciones y empresas católicas?

Pelayo: ¿Conoce mejores valores? La gente agradece que les impongan unas normas claras. Lo que es bueno y lo que es malo. Lo que tienen que hacer y lo que es pecado. Lo que tienen que decir y dónde tienen que ir. Con eso la vida es mucho más fácil para todos. Además hay que tener en cuenta que la nueva generación de las familias buenas, como la mía, no son demasiado listos. De modo que a pesar de venir con titulaciones extranjeras, no hay que permitir que los que se quedan en España sean demasiado espabilados. Nos los pondrían en evidencia…

Entrevistador: De esta forma se condena a todo el país a ser totalmente irrelevante en el panorama mundial. ¿No cree?

Pelayo: En absoluto. España es el país en el que quieren pasar las vacaciones todo el mundo. La gente es servicial, les hacen la pelota por una pequeña propina y el clima es estupendo. Sol, playa y fiestas. No hace falta más. Sólo necesitamos camareros.

Entrevistador: Camareros, que apenas llegan con salud a la edad de jubilación. De hecho el 70% de los trabajadores fallecen antes de poder jubilarse a los 75 años.

Pelayo: Bueno, es normal todo el día de fiesta. No se cuidan nada. Pero hay que tener en cuenta que hemos conseguido mejorar el sistema de pensiones. Para lo poco que cobran durante su vida laboral, la pensión es más que generosa. Y tampoco hace falta que vivan de ella muchos años, no sea que nos vuelva a pasar como en el escándalo del 2021, que casi nos pillan con todos los fondos de la seguridad social de paraíso fiscal en paraíso fiscal. Que conste que sólo se hicieron aquellas operaciones arriesgadas para conseguir sacar mayor rendimiento al dinero de los viejecitos, como dejan bien claro todos los medios de comunicación de la época. Por otro lado quiero puntualizar que la edad de jubilación la hemos bajado a las 66 años, pero permitiendo que se siga trabajando durante más años si el trabajador así lo desea.

Entrevistador: Al escucharle, me sumo a la comunidad de historiadores que asiste asombrado al fenómeno español. Podría aclarar de primera mano, ¿cómo fue posible que la ciudadanía española fuera tan sumisa al quitarles todos los derechos y someterles tan férreamente?

Pelayo: Bueno, eso no fue excesivamente complicado. Primero tuvimos que deshacernos de todos los que eran críticos. Les invitamos a emigrar dejándoles sin trabajo, y poniendo a la gente en su contra. Primero se les tildaba de frikis en los medios de comunicación y finalmente se les marcaba como antipatriotas. Por otra parte los medios de comunicación los usamos bien. Por un lado con programación que embrutecía a la gente y marcaba valores que alimentaban el no esforzarse, fomentando como iconos gente mediocre, y por otro maquillando las noticias para que siempre fueran algo positivo, por mala que estuviera la situación.

Otra cosa definitiva fue convencer a la gente de que la culpa de la crisis la tenían ellos. No las inversiones funestas que hicieron los bancos. Fue genial. Se nos fue la mano, se hundió todo y usamos a los más débiles como chivo expiatorio. Si Maquiavelo levantar la cabeza nos besarí. No hay nada como hacerle sentir culpable a alguien para terminar por romperle la voluntad.

Así las cosas la plebe se fue embruteciendo incluso más rápido de lo que se esperaba, así que poco a poco fuimos cambiando las leyes, recortándoles los derechos, quitándoles las propiedades, para que trabajaran mucho por poco dinero y sin rechistar por miedo a estar todavía peor. En esa situación les hablas como si fueran lerdos y se terminan comportando como tales. Es impresionante el poder de modular la voz, como un párroco desde su púlpito, el tono ideal para amansar un rebaño.

Entrevistador: Ahora todos los españoles son ultrapatrióticos.

Pelayo: Sí, hemos conseguido sustituir casi por completo el pensamiento racional por el emocional. No hay nada como algún éxito deportivo o reivindicar que las Canarias son españolas, o pedirle a los alemanes que devuelvan las Baleares para que la gente se olvide de los pequeños problemas que les hemos ido creando para entretenerles y poder hacer grandes cambios a sus espaldas sin que se enteren.

Entrevistador: Ya no queda ni rastro del 15M. Pasaron muchos años, y no parece que haya atisbo de que un movimiento así vuelva a repetirse.

Pelayo: Eso está por ver. No hay documentación sobre la existencia del 15M. Se ha exagerado, si repasa las hemerotecas españolas no hay ninguna referencia a ese tal 15M.

Entrevistador: Si consultamos las hemerotecas británicas, o de cualquier otro país democrático…

Pelayo: ¿Insinúa que España no es un país democrático? España es una monarquía democrática por la gracia de dios, con un rey, un líder, una religión y una tradición profunda y arraigada. Un país de gente humilde, dispuesta a servir a los visitantes que quieran ir a gastar su dinero en unas vacaciones pintorescas. ¡¡Como dios manda!! Ya le he consentido bastante y no voy a seguir con esta entrevista que parece haber sido ideada por un apestoso rojo.

***

No me pida el lector prueba fehaciente del documento, pues si extraña fue su aparición, su desaparición fue mucho más mundana. Tan insólito documento tuvo un tormentoso tránsito por el aparato digestivo de mi mejor amigo. Un cánido capaz de devorar cualquier cosa que esté a su alcance y al que le da en la nariz que el futuro no avisa con tanta antelación.

No obstante ahí queda el testimonio de la entrevista futura por si alguien puede impedir que se lleguen a una situación similar.


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