Jenn Díaz
Es para mí un enorme placer (no os podéis imaginar cuanto) publicar esta entrevista. Soy seguidora de Jenn Díaz, desde hace mucho tiempo, antes se hacía llamar Fusa y con dieciocho años se hacía notar un talento desbordante. Belfondo, El duelo y la fiesta, Mujer sin hijo y Es un decir la han convertido en una de las escritoras con más tirón de los últimos años. Sí es muy joven y sí, escribe muy bien. Admiradora confesa de Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Carson Macullen y Natalia Ginzburg, cuenta con una voz propia extraordinaria. Observadora perspicaz de la vida cotidiana, de silencios y secretos, Jenn Diaz es una maravillosa escritora. Los que cruzáis habitualmente la puerta, habéis sabéis como la admiro. Os dejo con la entrevista que me ha concedido.L.P.D. Han pasado pocos meses desde la publicación de Mujer sin hijo a la de Es un decir. ¿Compartiste proceso de creación en ambos casos?
Empecé a escribir "Mujer sin hijo" en una libreta, para que no cobrara protagonismo, porque yo escribía en ordenador. Y mientras, corregía y revisaba la primera versión de "Es un decir", que tenía tres años. Corregía y avanzaba lentamente. Pero hubo un momento en que tuve que dejar a un lado "Mujer sin hijo" para reconstruir "Es un decir", y cuando entregué la novela y pude volver a "Mujer sin hijo", me tocó revisar las galeradas de "Es un decir". Por eso en cuanto ambas han sido libro, me he separado de toda idea de novela y me he puesto con relatos. No podía más.
L.P.D. Mujer sin hijo es un título muy oportuno, feminista, defensor de la maternidad responsable y voluntaria ¿surgió la idea a raíz de la propuesta de modificación de la Ley del Aborto o era previa?
La novela salió una semana antes que la propuesta de modificación, así que la escritura es anterior. Mi idea era imitar el Holocausto y feminizarlo: la mujer perseguida como el judío. Pero después parecía que imitaba más a la realidad que al nazismo.
L.P.D. Es un decir transmite una sensación de soledad (de orfandad) absoluta, de necesidad de afecto. ¿Era esa tu intención desde el primer momento? Lo digo porque incluso haces desaparecer a la abuela que es la única que cubre esa necesidad de la protagonista.
La verdad es que cuando empiezo una novela nunca tengo una intención. Me limito a contar y a avanzar en la historia, no analizo lo que estoy escribiendo desde un punto de vista general. Sobre todo porque cuando estoy escribiendo no sé cómo va a acabar y no puedo tener una idea de lo que la historia completa va a transmitir... Pero sí, si algo sabía era que Mariela se sentía abandonada por todos.
L.P.D. Hace poco tuve conocimiento de la existencia del concepto de "desesperanza aprendida", por lo que entendí se produce cuando alguien se ve obligado a renunciar a sus deseos, a someterse a ciertas adversas que le vienen impuestas. ¿Sufre Mariela de "desesperanza aprendida"?
Es que la vida en sí es una desesperanza aprendida, ¿no? ¿Quién no se ve obligado, a veces, a renunciar a sus deseos y quedar expuesto a lo que se le imponga? Quien más quien menos, todos hemos pasado. Y cuando aún no eres adulto, más, porque nada depende de ti, sino de tu familia. Mariela se ve obligada a asumir ciertas cosas que le vienen dadas por nacer donde ha nacido, en la familia que le ha tocado, y es de eso de lo que quiere huir... pero con once años, ¿quién puede?
L.P.D. La familia, el silencio, los secretos son temas centrales en tus novelas. ¿Por qué?
Porque son los temas centrales no sólo de mis novelas, sino de mi vida. Me interesa indagar en ellos, profundizar. Y cada vez que empiezo a escribir algo nuevo, se cuelan sin querer los temas de siempre, porque también son los que me obsesionan fuera de la ficción.
Es un Decir, la novela más reciente de Jenn
L.P.D. Aunque la postguerra española se convierte en el telón de fondo de Es un decir, me quedé con la sensación de que podía ser cualquier postguerra. Las carencias, ese subirse al carro de los vencedores…¿es así?
Sí, es así. Podría ser cualquier posguerra. Es más, si dices que se trata de la española, le haces un flaco favor a la historia, porque para muchos pierde interés. No va de la posguerra española, va de Mariela en un contexto concreto o sin concretar.
L.P.D. Tanto en esta obra como en Belfondo un ámbito rural que me resulta muy cercano. Ya has hablado de la casa de tus abuelos en algunas entrevistas. ¿En Belfondo también esa era la base o tal vez un pueblo de colonización? Es que me recordaba tremendamente a estos pueblos que se fueron creando según las necesidades del momento allá por los años cincuenta y sesenta. Es llamativo que alguien tan aparentemente urbanita como tú, tire de escenarios rurales en sus novelas. Bueno, es llamativo y de agradecer ¿a qué se debe?
¡Aparentemente urbanita! Aparentemente, claro. Porque he nacido a las afueras de Barcelona, pero en un barrio, y con una vinculación muy fuerte con el pueblo de mis abuelos. Se debe a eso. Y a que me gustan los pueblos y la vida de los pueblos y la gente de los pueblos. El pueblo de Mariela sigue siendo el de mis abuelos. Aunque más que el pueblo de mis abuelos, es la casa de mi bisabuela y lo que hay alrededor de esa casa.
L.P.D. ¿Cómo te enfrentas al proceso de escritura?, ¿escribes a diario?, ¿lo tienes todo en tu mente antes ponerte manos a la obra o vas improvisando?
Depende. A veces lo tengo todo en la cabeza, a veces tengo una idea, a veces tengo un detalle, a veces el título, a veces el final, a veces viene de un libro o una película o un poema. Escribo a diario, sí. Pero no siempre la novela o el cuento. Hay días que escribo tanto para otras cosas —artículos, por ejemplo— que no me queda energía para la novela. Esos días prefiero leer. Normalmente tengo lo que Carson McCullers llama iluminaciones: pequeñas revelaciones que la historia te va dando a medida que avanzas. Y por ahí sigues.
L.P.D. ¿Es verdad que escribes en la cama y a mano?, ¿moda pasajera o piensas continuar escribiendo así? Por qué motivo lo haces así.
Escribo en mi escritorio, casi siempre. Pero tengo días cameros. Sobre todo si lo que quiero escribir es un artículo que requiere de varios libros, o si tengo el día perezoso. Paso mucho tiempo en la cama (sobre todo durmiendo) y a veces no me apetece el escritorio, pero no es una costumbre diaria. Y escribo a mano, sí. Al principio fue para que la escritura de "Mujer sin hijo" no invadiera la de "Es un decir", pero desde entonces (algo más de un año) no he escrito ninguna cosa literaria en el ordenador. O, bueno, depende: por ejemplo, los artículos los escribo en el ordenador, los poemas también, algunos encargos que tienen número de caracteres también. Pero creación, digamos, novelas y cuentos, a mano. Y seguiré, porque me ayuda a relajarme, a ir más despacio. Además, me obliga a corregir más, que es lo que tengo que aprender todavía. El resultado es diferente.
L.P.D. Los seres humanos buscamos inspiración, una especie de exploradores mirando para todos los lados tratando de encontrar el camino. ¿Dónde buscas tu inspiración?
No la busco, y así la encuentro. Está en cualquier parte. A veces me viene la iluminación carsonmcculersiana duchándome o lavando los platos. No hay normas para eso, ni reglas. A veces te vienen a la cabeza tres ideas de golpe, y después estás una semana que nada. No me preocupa. Pero está en cualquier parte. Ahora, por ejemplo, escribo un cuento semanal para la web cultural catalana Catorze.cat. Un cuento a la semana es mucha ambición, pero siempre acabo encontrando algo. Sobre todo porque me nutro de la cotidianidad, y para eso no hace falta mucho: basta con observar alrededor.
Jenn Díaz
L.P.D. Tengo entendido que estás comenzando a escribir cuentos en catalán, ¿es complicado?, ¿hay muchas diferencias a la hora de escribir en catalán o en castellano? ¿qué te lleva a abordar este reto?
Me lleva a abordar este reto que soy bilingüe. Y de la misma manera que pienso en castellano y por eso siento y escribo en castellano, también vivo en catalán, y me apetece. Me lo propuso Eva Piquer, la creadora del Catorze.cat, y acepté porque ya le tenía ganas al catalán. Corresponde a mi medio corazón, así que está bien darle rienda suelta a ese medio corazón que me faltaba por explorar. De todas formas, soy castellanoparlante, aunque ahora en casa hable catalán, y eso hace que me resulte más difícil escribir en catalán: tengo que pensar más. Tengo que estar pendiente, tengo muchas dudas, hay cosas que todavía no domino. Y eso es importante a la hora de atreverte a escribir algo serio, y con serio me refiero a extenso. Por suerte, Eva hace una edición de los cuentos muy cuidada y voy aprendiendo. No es lo mismo hablar catalán que escribirlo, y no es lo mismo escribirlo que hacer literatura con él. De momento, estoy en el camino.
L.P.D. ¿Qué libro estás leyendo ahora?
"La vida entera", de David Grossman. Y una biografía de Carson McCullers.
L.P.D. Cuál ha sido el último libro que has leído y te ha entusiasmado.
"Vredaman", de Unai Elorriaga.
L.P.D. Qué libro te vas a llevar de vacaciones este verano.
El "Ulises", de James Joyce. Sí, por fin.
L.P.D. Ahora una pregunta típica de famoso: ¿qué tres cosas te llevarías a una isla desierta?
Una horquilla, para que no me moleste el flequillo.Una almohada, para dormir cómoda.Un libro, por si hay tiempo de leer.
P.D. No me creo lo de la horquilla, las dos sabemos que ese flequillo suyo es perfecto y no se atrevería a molestarla. Eso sí un día tendrá que competir con Julia y Patricia para ver cual de las tres tiene el más molón.
P.D. 2. Ánimo con el Ulises... la afición está contigo.