Leopoldo Marechal nació en Buenos Aires en el último año del siglo XIX y murió en la misma ciudad el 26 de junio de 1970. Profesor universitario, poeta y escritor, es autor de uno de los títulos más importantes de la literatura argentina: Adán Buenosayres, que describe el recorrido de un poeta por la capital del país tres días antes de su muerte, entre los circuitos del tango arrabalero y los misterios no develados de la ciudad.
Colaborador de la revista Martín Fierro, que supo contar con personalidades como Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo y Leopoldo Lugones entre otros conspicuos escritores, varios de los personajes de su obra cumbre pueden reconocerse entre sus páginas, entre ellos el pintor Xul Solar, el filósofo Raúl Scalabrini Ortiz y la poesía teñida de la impronta criolla de Borges.
Adán Buenosayres fue concebida en París en 1929, donde frecuentó desde el barrio Montparnasse a figuras como Pablo Picasso, Alfredo Bigatti y Antonio Berni. Pero no sería publicada sino hasta el año 1948 durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, en el que Marechal integraba la Dirección General de Cultura y luego fue titular de la Dirección de Enseñanza Artística. Su abierta adhesión al peronismo habría de costarle caro durante los años posteriores, en los que las sucesivas dictaduras que siguieron al golpe de estado de 1955 fueron pródigas en censura y persecuciones políticas.
Marechal se exilió en Chile y desde el vecino país denunció las torturas y excesos del régimen dictatorial: la respuesta fue la exclusión de su obra de las librerías y la prohibición explícita de cualquier mención de su nombre. Recién en el año 1965 publicó El banquete de Severo Arcángelo y su Adán Buenosayres obtuvo el reconocimiento adeudado: a partir de ese momento fue reconocido como uno de los grandes escritores argentinos. Su compromiso férreo lo llevó a adherir a la doctrina justicialista y a pagar un precio caro por sus ideales; sin embargo, su figura y su prosa han sido reivindicadas por las nuevas generaciones, que reconocen tanto al intelectual como al ser humano dotado de espíritu crítico que sostuvo con entereza sus convicciones políticas.
Esquina Marechal es un simpático reducto gastronómico de la ciudad, en el que la música y los platos caseros se conjugan para alegría de sus comensales. Riki, Cecilia y los Peligrosos de la Costa animaron la noche del sábado bajo la mirada cómplice del escritor, presente en cada una de las paredes que recuerdan a diario las convicciones que lo pintan de cuerpo entero: “La historia no es una ciencia, es el arte de mostrar una cara limpia y esconder un culo siniestro”.
Orfebres de Taxco
Custodiada por la iglesia parroquial de Santa Prisca, quien desde el altar mayor de sus siete retablos se erige pese al terreno escalonado de las montañas que la circundan, la tradición minera de Taxco forjó generaciones de plateros y orfebres orgullosos de integrar la ruta de los Pueblos Mágicos mexicanos.
Taxco deslumbra a primera vista con sus balcones orlados de flores, que resultan un marco encantador para las casas antiguas que se emplazan sobre calles de piedra, como si el tiempo no hubiera transcurrido para la arquitectura colonial que circunda la plaza central. El antiguo poblado floreció a la par de la explotación de las minas de plata y la consecuente habilidad de los plateros, que dominaban el arte del cincelado y el repujado del metal.
Hoy pueden apreciarse al caminar por las calles empedradas las creaciones de los orfebres que trabajan con maestría los metales, exhibidas en vistosas vitrinas montadas al aire libre que resultan una tentación para los viajeros. De acuerdo al presupuesto se podrá elegir entre las diversidad de opciones, a cual más original y con el sello de una tradición que, afortunadamente, mantiene la calidad de sus ancestros.
Jabón patrio
La pasiflora incarnata, también llamada flor de la pasión, es una planta trepadora sudamericana propia de climas cálidos, que se caracteriza por producir sustancias flavonoides y aceites esenciales, de reconocidas propiedades cicatrizantes y calmantes.
Dichas propiedades han determinado su empleo en el mundo de la cosmética y ya habían sido descubiertas por los pueblos originarios, que las empleaban tanto para paliar el insomnio como para cicatrizar heridas y quemaduras, en tanto que el fruto aún hoy se utiliza en gastronomía para realizar dulces y postres.
La Pasionaria, fiel a su impronta natural en la concepción de los productos, cuenta entre sus jabones con aromas llamados patrios debido a emplear en su composición plantas originarias de esta región del mundo. La fragancia y suavidad de la flor de la pasión se desprenden a medida que la espuma impregna la piel, en un ritual tan reconfortante como exquisito.