Esto no está bien. Esto no está bien.
Las palabras rebotando en el cerebro. Constante martilleo de remordimientos. La frente sudorosa. Las manos tiemblan. La boca húmeda. La entrepierna a punto de estallar.
No se enterarán. No se enterarán.
La falda a cuadros arrugada. Un botón de más desabrochado. Las trenzas deshechas. Las pecas encendidas. Los labios entreabiertos. Las piernas separadas para provocar.
Un vete a casa no quiero problemas. Una sonrisa capaz de derretir el Polo Norte. Unos dedos que hormiguean costillas arriba. Olor a tabaco. Sabor a cerveza. El tacto áspero del colchón contra la espalda.
La canción de fondo llega a su momento cumbre. Guitarras rugiendo. Baterías en frenesí. Dientes que se aferran a la carne ajena. Uñas que desgarran la piel mojada. Sudor. Sexo. Sangre. Y un grito que se ahoga en la garganta reseca.
Jadeos. Suspiros. Y el humo azulado de un cigarro inunda la habitación.