Revista Diario

Estoy aquí

Publicado el 06 diciembre 2012 por Mamenod
Bueno, ya estoy aquí.Sé que algunos de vosotros me habéis echado de menos, lo sé porque me lo habéis dicho, incluso con regañina incluida (con mucha gracia) de una asidua a la tertulia. Pero es que, como ya os conté y no quiero volver a ponerme pesada, esta ha sido una semana distinta, con entrega de premio en medio y mucha, muchísima emoción.Un poco al hilo de la entrada anterior y canturreando por lo bajo la cancioncilla que se me ha quedado pegada, os diré que en esta semana he sentido que de alguna manera los sueños cumplidos son tangibles, se pueden tocar con los dedos y si, como dice el estribillo eres capaz de comértelos enteros, os aseguro que dejan sabor en el paladar del corazón.Supongo que como los sueños son personales e intransferibles, cada uno tendrá una forma diferente de sentirlos. En mi caso, por esta adicción al dulce de la que ya hablamos otra vez, a mí este sueño en concreto que se materializó el martes con placa de plata y aplausos, ha tenido una cantidad de matices tan distintos al final del paladar que ya han pasado varios días y a pesar de todo, tengo la sensación de seguir apreciando la exquisitez de los sabores.Está esa sensación dulzona que deja la miel que siempre te proporciona el cariño incondicional de la familia, la mía propia y por supuesto, la que llegó por matrimonio y con la que comparto un cariño amasado con el tiempo, además del apellido de mis hijos. Esos, unos y otros, siempre están ahí. Su sabor es tan natural y tan puro que parece que la colmena ha sido abierta hace sólo unos minutos, para que el néctar pueda ser saboreado por esta mortal que os escribe.Pero es que luego está la sensación de la amistad. Uf! esa es capaz de hacerte vivir como un niño en una tienda de golosinas. Son tantos los sabores y tan distintos, que para una golosa como yo, el rincón donde atesoro las sensaciones que son comestibles, se queda ahíto y satisfecho para siempre, a pesar de la glotonería.Y es que los amigos saben a chuches porque cada uno es distinto al otro y te lo demuestran a su manera, con la exquisitez de la fresa chicle del que llama por teléfono para decir felicidades, con el olor a vainilla del mensaje cariñoso al móvil o al correo; o con el aroma afrutado y delicioso del que deja tímidamente un "me gusta" o un mensaje en facebook, porque sabe que sólo hace falta ese gesto para que yo sepa que están ahí y que se alegran de veras.Bueno, luego están las de todos los días, las locas que me aconsejan a las nueve de la mañana sobre el abrigo que queda bien para acudir a un evento de este tipo o las que aparecen de repente, cámara en mano, para cubrir a modo de periodista de cultura el momento de la entrega y del recuerdo. Esas tienen mención especial porque son la tarta de chocolate con relleno de fresa con la que deliro en los días de dieta.¿Qué puedo deciros de vosotros? De mis amigos incondicionales y compañeros de blog, unos conocidos y otros a los que ni siquiera pongo cara y que formáis un paquete de caramelos surtido, a los que voy descubriendo con sorpresa cada vez que un comentario con ruido a celofán se deslía.Sólo puedo decir: GRACIAS A TODOS.P.D.: Seguramente estaréis pensando que a veces los sabores también son amargos, porque claro siempre quedan los otros, los del ¿y a mí qué me importa? o ¿qué se habrá creído ésta?, incluso "el premio se lo habrán regalado"...seguro que también los habrá habido. Pero es que mi teoría es mentalmente muy simple: existiendo como existe el dulce ¿para qué quiero yo el amargo? Anda hombre.....Estoy aquí

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