Revista Talentos
Esperé mucho tiempo esperándola a ella y mi cuerpo enraizó, cuando sucedió esto desesperé, pues no podía ir por ella, el viento me acariciaba la espalda cada otoño e invierno y me consolaba con esas caricias cada año. Tristeza era lo que sentía, los brazos se hacían mas robustos a cada primavera y los pajaritos dejaron de hacerme caso por mi gesto de añoranza, ya, ni me picoteaban la corteza en busca de alimento pues estaba cada vez mas seco y mustio…
Y fue en el peor invierno que vi, que el viento tumbaba mi grueso y delicado tronco, creí que seria mi fin cuando al torcer mi cuerpo al máximo por mi vejez traspasé rozando otro ser que resultó ser un tronco robusto que se presentaba firme ante el viento huracanado, cuando deje de presentarle resistencia al viento y dejarme llevar por el, fui amarrado por unos brazos como ramas que no me dejaron jamas y prueba de ello es esta inmortalidad que puso a prueba mi esperar, hoy caminamos por sueños humanos dejándoles muestra de que todo puede ser. Incluso sin creer.