Ética de roedores: agua

Chiharu Shiota

  En los bosques nadie era extraño, nadie. Todos vivíamos entre el musgo, buscando la luz del sol. Entonces llegaron los de la brocha, sí, los que pintan líneas en el suelo. Gente extraña... Obsesionados con la geometría, se olvidaron de las rugosidades de lo real, de las raíces móviles. Sólo querían líneas rectas, porque todo lo demás era un embrollo. Y decidieron quién era digno de vivir y quién era digno de ahogarse. En los bosques nadie era extraño, nadie. Las sombras eran tan oscuras que las caras se convertían en sombras. Pero llegaron los de la brocha, los que sabían distinguir los colores, los olores, los sabores, las vidas, los sueños... Y las aguas profundas, ajenas a la maleza, invadieron cada rincón del bosque, para que los roedores recordaran la verdadera historia, la que habla de esa necesidad original, tan común, tan humana.... Nunca el bosque había contemplado semejantes embarcaciones, repletas de roedores, tan idénticos a nosotros, tan idénticos a nosotros, tan.... Hasta que se dieron cuenta de que las embarcaciones pertenecían al bosque, eran de madera, de los árboles que daban sombra y frutos. En los bosques nadie era extraño, nadie.