Echeyde es el nombre aborigen del volcán Teide, ubicado en la isla canaria de Tenerife (España).
Cuenta la leyenda que Echeyde era la entrada al mismo infierno y en su interior habitaba el demonio ancestral Guayota que tenía gran poder y guardaba la entrada al más allá. Regía a su antojo los ríos y estallidos de lava del volcán.
Los Guanches, aborígenes canarios, hacían ofrendas al volcán para apaciguar la ira de Guayota pero poco a poco el demonio castigaba cada vez más a los aborígenes.
Guayota retuvo en una ocasión a Magec, dios de la luz y el sol, con lo que el día y la noche se convirtieron en una eterna oscuridad.
Hartos del suplicio, los guanches pidieron ayuda a Achamán (dios supremo de los aborígenes) y éste consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec del interior de Echeyde y obstruir el cráter.
Al tapón que puso en el cráter lo llamaron Pan de Azúcar, que es el último cono de color blanquecino que corona el volcán.
Desde entonces Guayota quedó encerrado en el interior de Echeyde y cuando éste entraba en erupción los guanches encendían hogueras para espantar a Guayota.
A Guayota se le representaba como un perro negro seguido de sus Tibicenas, su tropa de demonios.
Se dice que aún hoy se escuchan los furiosos alaridos de Guayota, colérico por su confinación dentro del gran volcán.