Lluis Llort
Editorial Alrevés
206 páginas
#prenda206
El abogado Ernest Claramunt ha llegado a un acuerdo con la anciana Francesca Puigmajor: a cambio de pagarle una pensión mensual vitalicia, el magnífico piso de la mujer en el centro de Barcelona pasará a ser de su propiedad. Francesca tiene casi ochenta años. El negocio es seguro; rentable lo dirá el tiempo. Lo malo es que no todo el mundo respeta las leyes, ni siquiera las relativas a la esperanza de vida, y que el pasado nos puede explotar en la cara en forma de herencia colateral.Una obra de ritmo ágil, diálogos fluidos, humor negro, giros argumentales imprevisibles y una protagonista principal que deja huella.
Herencias colaterales llegó a mí gracias a Masa crítica de Babelio. Lo primero que me intrigó de esta novela fue su portada. Si atendía a la sinopsis, no me encajaba esa imagen, no podía imaginar cuál podía ser su relación con la trama, y en parte eso fue lo que me empujó a postular por él de entre todo el listado disponible. Con su lectura he descubierto que Llort se guardaba un as en la manga, y que en la contraportada nos expone solo una pequeña parte de lo que esta historia ofrece al lector.
Sí, Ernest Claramunt llega a un acuerdo con Francesca Puigmajor, una anciana de casi ochenta años: ella tendrá una renta vitalicia a cambio de dejarle su piso (en pleno centro barcelonés) en propiedad al fallecer. Y sí, este acuerdo tiene un peso muy importante en el devenir de la familia Claramunt cuando la longevidad de Francesca comienza a ser extraordinaria. Pero en torno a este tronco crecen ramas interesantísimas como el pasado familiar de la señora Puigmajor o el presente de los Claramunt, de lo que no os voy a revelar nada porque son las principales herramientas con las que juega Llort para sorprender al lector.
Así, en una novela tan cortita, nos topamos con personajes bien trabajados entre los que la estrella principal es Francesca Puigmajor, y una ambientación centrada en el pasado y presente de la sociedad española de alta alcurnia, esa que a veces aparenta más de lo que es. Todo ello desarrollado con poco diálogo pero despertando mucho interés y, además, cuando este surge adereza el humor negro que impregna toda la novela.
¿Un pero? Me ha dejado con ganas de saber más. El final es apropiado pero alguna que otra puerta se queda sin cerrar, tal vez con intención de que el lector haga lo propio como más le guste o como crea que Llort tiene intención.
En definitiva, un título que me ha sorprendido muy gratamente por ofrecerme más de lo que esperaba y que me ha descubierto a un autor al que pretendo volver.