La mujer me miro con la misma mirada inquisitorial de un examinador para un permiso de armas y sin reparos dijo porque estudias, si no puedes caminar.
Para estar así es mejor que te mueras.
Paso el tiempo y esa misma mujer volvió a aparecer en mi vida.
Me dijo jamás conseguirás nada en la radio a no ser que te montes una y te la pague tu padre…
No dije nada apreté los dientes y trague la rabia, no es la primera vez que se me espetan crueldades, por el mero hecho de tener unos miembros inferiores problemáticos.
Algunos no se han enterado que una lesión como la mía no acepta a la inteligencia, quizás procese la información de un modo más lento, pero tengo buena retentiva.
Las heridas siguen abiertas, los pocos diplomas que he logrado con esfuerzo y nervios me reconfortan.
No aspiro a nada más que a vivir de mi trabajo, sin fama ni vanidad, para callar bocas como la de esta mujer.
No soy un parásito, los hay peores que yo que pueden valerse mejor con gran salud, pero de naturaleza propia de pelagatos.