Roxana Hoces nos comparte un cuento muy inspirador. No dejes de leerlo y por favor, pásate por su espacio.
EL VENDEDOR DEL TIEMPO
¡No tengo tiempo!, ¡me falta tiempo!, ¡el tiempo vuela!, ¡tengo el tiempo ajustado! etc., eran algunas de las expresiones que a diario se oía en la ciudad “Máxima velocidad”.
Ya se pueden imaginar que la gente caminaba muy de prisa, hablaban casi nada, desayunaban y almorzaban caminando, entre otras cosas más.
Sin embargo, quedaban algunos que todavía les alcanzaba algo de tiempo para detenerse un rato en una plaza o parque a mirar como un hombrecito sacaba de su maletín unos sobres con un polvo verde, para luego explicar lo siguiente: “Esto es un preparado hecho a base de cien hierbas traídas desde la, sierra, selva, China y la India. Se toma en ayunas, durante treinta días, luego se verán resultados sorprendentes como por ejemplo; te sentirás muy, muy relajado, con ganas de hacer tus cosas y con menos esfuerzo de lo acostumbrado, pero sobretodo tendrás ¡tiempo, tiempo!, tiempo de sobra para divertirte, salir a pasear en familia, contemplar la luz de sol, criar a una mascota, viajar por el mundo y principalmente dormir como un bebé…”
Apenas termino de mencionar las propiedades del “milagroso producto” y sin averiguar el precio, varios de los que estaban allí gritaron; ¡Dame uno!.
Ya eran las doce del mediodía y casi había vendido doscientos sobres, al día siguiente la gente lo esperaba para comprar más preparados para regalar a sus familiares y amigos. A la semana vendía él, su esposa y sus dos jóvenes hijos. A medio año alquilaron un puesto en el mercado para vender el producto al por mayor y menor.
A los dos años abrió varias tiendas en todo el país y cada vez más el “vendedor del tiempo” como lo llamaban sus clientes, tenía menos tiempo para compartir con su familia y dormir a sus anchas…
Autoría: Roxana Hoces
Su blog: https://wayuricomunicarte.wordpress.com/