Cabeza, Viento, Plato
En respuesta a las tres palabras que se me plantearon durante el ejercicio de escritura creativa pt. I, esta semana voy a publicar una cuarta entrada en contra de lo que viene siendo habitual.
Esta es mi propuesta de relato corto para juntar esas tres, aparentemente inconexas, palabras.
Forges: Humor CósmicoHumor Cósmico
¿Dónde estaba? ¿Dónde diablos se había metido?
-Mierda, mierda, mierda… -se lamentó Isaac-. ¿Y ahora cómo vamos a encontrar nuestra nave Jack? ¡Eres un auténtico zopenco! No se te puede hacer caso, no, no, no, no.
El interpelado abrió los ojos con una sorpresa excesivamente fingida. Curvó los labios en una divertida mueca que intentaba asemejarse a uno de aquellos pequeños dibujos que utilizaban los primitivos seres de aquel universo para expresar sus sentimientos. Emoticonos los llamaban. Pero como no podía contener lo que de verdad sentía, una sonora carcajada brotó de sus viejos y marchitos labios.
-Me das risa Isaac -consiguió decir Jack-. ¿Dónde está tu sentido del humor? Te estoy dando la oportunidad de disfrutar de este… magnífico paisaje.
-¿Magnífico? ¿Paisaje? -Barbotó Isaac-. Me has traído al culo de la galaxia, a un planeta con forma de enorme plasta de vaca en busca de… ¡sigo sin saber qué! Y vas tu y…
-¿Y qué? -Cortó Jack-. ¿Y te digo que lances el localizador con todas tus fuerzas?
-¡Exacto! -Contestó mientras agitaba enérgicamente su dura mollera de arriba a abajo-. Me juraste que el viento me lo devolvería, y que lo haría trayendo además un increíble tesoro encima.
-¿Y desde cuándo haces caso a tu fantástica cabeza parlante? -Otra increíble carcajada manó de su boca-. ¡Eres aún más tonto que yo!
Isaac quedó pensativo un rato. La inteligencia no era uno de sus fuertes, ya lo sabía, pero notaba que se le estaba escapando algo. Jack siempre se la había tenido jurada desde que perdió aquella absurda apuesta pero, ¿suicidarse? Aun tenían mucho camino que recorrer antes de volver a casa. Sin embargo, no pudo evitar sonreír ante el recuerdo de aquella partida de Simón dice. La que jugaron tanto tiempo atrás y en la que su compañero perdió… ¡la cabeza! Por aquel entonces estaban demasiado aburridos para hacer nada, así que se jugaron la limpieza de la nave durante un año terrestre en aquella partida. Total, por un simple año terrestre, cuando entre los dos casi acumulaban ya diez mil, así que, dándose por vencido y esperando que su compañero le sacase el reglamento interestelar de Simón dice, Isaac dijo las palabras…
-¡Simón dice que te cortes la cabeza! -Gritó entre risas-. ¿Quién es el tonto aquí?
-¿¡Y quién es el que ha lanzado el localizador a tomar por culo en un planeta con más azufre que los baños de la estación NGC 6822!? -Bramó indignado Jack.
-Eres un mamón, me dijiste que era un vulgar holo-plato -dijo Isaac ya sin risa.
-¿Y vas tu y me crees? -Contestó sonriendo-. Llevo casi un siglo intentando devolvértela… ¿y vas y me crees ahora?
Ahora fue Jack quien estalló en una incontrolable carcajada que tambaleó todo su disco levitador de transporte.
-¿Qué es lo que esperabas? -Prosiguió-. ¿Que una ninfa galáctica apareciera sentada en ese plato preparada para satisfacer todos tus infames deseos?
Otra carcajada hizo que Jack empezase a dar vueltas como un loco.
-Pero… me dijiste que en este planeta… el viento… -balbuceó Isaac.
-¿…traía deseos a paletos espaciales? -Dijo entre lágrimas, ya un poco más sereno.
-¿Y ahora qué vamos a hacer? -Preguntó Isaac preocupado-. El camuflaje de la nave es tecnología punta y me has convencido también para salir con lo puesto, sin coger ningún kit de emergencia… ¡Nos has condenado!
-Pues si, me había aburrido ya de este universo -respondió totalmente serio-. ¿No crees que ya es hora de dejarlos a todos en paz?
-Joder pues… ¡no! -Espetó-. Todavía nos quedaban muchas bromas nuevas en el libro, ¡no llevamos ni la mitad!
Ambos llevaban una eternidad desterrados en aquel universo, desterrados por ser demasiado sosos y demasiado serios. Nadie quería seres así en aquel lugar de donde provenían, y su castigo había sido ejecutar todas las bromas contenidas en el teralibro antes de poder regresar.
-Pero no nos dieron la llave de vuelta -dijo Jack-. Esa fue su última broma.
-Ya pero… -intentó replicar Isaac-. Tienes razón, no tenía sentido. Además, ya empezaba a aburrirme de estos larguiruchos de carne rosa. No tienen ningún tipo de sentido del humor, ¡aun menos que nosotros!
-Pues si, lo mejor será tumbarnos a echar «la siesta eterna».
-Será lo mejor, pero ojalá alguien nos despierte cuando lo descubran.
-¿El qué? ¿Has hecho una broma sin mi?
-Si -respondió mientras ensanchaba su sonrisa de extremo a extremo de su cara-. Les he dejado un crono-agujero en el centro de su galaxia favorita, más les vale espabilarse, porque sólo tienen seis kilo-milenos para descubrir cómo pararlo.
Y así, entre carcajadas, jadeos y pataletas (al menos Isaac) de risa, ambos se quedaron dormidos en aquel planeta, sin saber que su nave estaba orbitando a escasos trescientos metros de su cabeza.
¿Os ha gustado?
Escrito por David Olier.
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