Únicamente te pido que juegues conmigo. ¿De acuerdo? Imagínate e imagíname.
Recuerda la playa, el paseo y el juramento. Y te pido que olvides el estío y el dolor.
¿Seguimos con el juego?
Puedo imaginar a tu pelo ondulado bailar y jugar con tus pómulos y también puedo imaginarte cubriéndote una carcajada involuntaria. Puedo imaginarte a mi lado.
Imagino a tus manos sobre las mías y éstas a su vez sobre las teclas de la máquina de escribir. Puedo imaginar los secretos que me cuentan tu guitarra cuando la tocas con el corazón, y tu piano cuando le acaricias sensualmente imaginando que son mis labios mientras derramas una lágrima. Puedo imaginar tus besos y sentirlos. Puedo imaginarnos otra vez en esa playa. Y tú, ¿qué puedes imaginar?