Revista Literatura

In memoriam memoriae

Publicado el 03 marzo 2013 por Alex Vonkarma @alexvonkarma

La ansiedad, la angustia y la desesperación corrían a la misma velocidad a la que lo hacía el doctor James aquella noche de luna llena, por el cementerio.
Las zancadas eran cada vez más amplias y la tensión iba en aumento. ¿Quién querría perseguirle? ¿Y por qué en aquella noche? Mirando con tensión al frente, y en busca de algún lugar donde resguardarse huía a toda prisa de su perseguidor.
La sombra del perseguidor se ocultaba entre las tumbas conmemorativas de los difuntos.
James desesperado por hallar refugio, se introdujo en un viejo mausoleo de mármol en el cual se podía leer en cerco: “In memoriam memoriae
El suelo estaba desgastado a causa de la humedad, y apenas se podía distinguir el nombre de los que yacían en los tres sepulcros, en los cuales había tres estatuas femeninas de mármol.
El doctor se aproximó al primero y con los nervios a flor de piel pasó su mano sobre el epitafio:
Fortuna” aparecía inscrito en el primero; el corazón de James comenzó a latir desenfrenadamente; acto seguido se alejó y tornándose su faz pálida se llevó las manos a la cabeza. Destapó el polvo del segundo epitafio y leyó “Lorhna”, de pronto un escalofrío junto a un sudor frío comenzaron a recorrer su cuerpo sin excepciones, el ritmo cardiaco aumentaba por segundos.
De pronto unas pisadas resonaron en su mente, era el hostigador que andaba cerca. Aquel hostigador era capaz de oler su miedo, y sentir su pánico.
Sabiendo que apenas faltaba tiempo para que le descubrieran decidió limpiar el tercer y último epitafio y leer el nombre del difunto: “Elizabeth
James era incapaz de contemplar la posibilidad de que las tres mujeres a las que más había hecho sufrir estuvieran yaciendo en el mismo mausoleo. Sus dos primeras esposas y su amante.
La puerta del mausoleo se abrió de par en par y una sombra apareció por ella, intentando huir de aquel lugar para evitar ser alcanzado, pero resultando en vano. El acusado cansancio se hacía latente en su rostro, y la torpeza era algo inevitable.En el intento de alejarse del mausoleo donde había sido visto por su atormentador se calló al suelo y alzando la vista observó la atenta mirada de aquel ángel de mármol con su lanza, estaba a punto de hacer justicia, junto con su perseguidor: sus tormentosos recuerdos.
In memoriam memoriae

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