Revista Ilustración

Infla...

Publicado el 09 enero 2014 por Fer @Ferabocadejarro

Infla...

Toda semejanza con la realidad es mera coincidencia...


Todo parece resolverse con no mencionar la palabra que perfora nuestros bolsillos y nos quita el sueño desde hace meses. Se habla de "dificultades", de "ciertos problemas", de la necesidad de "generar ganancias" y de "atacar a la crisis". Se llaman por teléfono cuando las papas queman, pero no se atienden. Cuando acá nos cortan la luz, nos falta el agua, y la gente que logra bajar por escaleras todos los pisos de las torres en las que vive sale a cortar las calles para protestar, nadie les soluciona nada. Ellos están de paseo por el exterior gastando fortunas con los amigos lo más tranquilos - amigos poderosos y convenientes a quienes dicen tan sólo conocer socialmente -, o descansando fresquitos en el sur para cargar las pilas. Nosotros tenemos un tope de cien dólares para gastar por día en el exterior, y andá a gastarlos, porque hay que tenerlos... Pero ellos van y vienen como quieren mientras el dólar bate récords de suba. Uno sale a decir una cosa, y el otro, al rato, la contradice. Todo parece ser una tramoya mediática para dejarlos en falta. Sin embargo, hasta los periodistas terminaron boxeados o despedidos por denunciarlos.

Los medios sacaron a relucir el término "electro-dependiente", para referirse a personas con discapacidades graves que dependen de aparatos eléctricos para su supervivencia. Uno se pregunta - con todo el debido respeto que esa gente enferma merece, y con la cual de corazón me solidarizo, porque además los he visitado en un hospital de PAMI en medio de la ola de calor, para encontrarme a todos medio desnudos en habitaciones para seis y casi deshidratados bajo un ventilador de techo -, si acaso no somos todos electro-dependientes a estas alturas del siglo XXI y viviendo en una megaurbe de asfalto y cables que se prenden fuego de viejos. 

Ellos hablan con ella y nos cuentan qué les dijo. Mientras que a nosotros ella no nos habla, ni nos saludó para la Navidad, ni para el Año Nuevo, ni para Reyes, aunque parecía que iba a salir de su hermetismo para dar uno de sus discursos ayer, pero ese globo también se pinchó. Dicen que el rumbo no cambia y nosotros seguimos sin rumbo. Somos como el Titanic que está por chocar contra el iceberg, pero el capitán del barco nos dejó de a pie. No quedan ni Leo ni Kate en cubierta: ya se tiraron ambos y se fueron a brindar por el Año Nuevo a un hotel de súper lujo en Río. ¡Pobre gente! Comieron en la calle, vestidos de blanco, mezclados con el sudor del pueblo carioca, con manteles de papel, y hasta tomaron cerveza en vasos descartables. Incluso dicen que el champagne para acompañar las albondiguitas de bacalao estaba un tanto ácido. Y después se fueron a dormir a la suite de lujo del hotelcito de cinco estrellas estilo francés, de 100 metros cuadrados de superficie, con aire acondicionado hasta en el bidet y un sauna para la partuza. Entretanto, nosotros acá no teníamos ni cubitos de hielo en la heladera para enfriar el agua de la canilla, y eso, si salía una que otra gotita. En este barco sólo quedamos nosotros, y sin salvavidas.


Idas y venidas, dimes y diretes, evaluación de modificaciones... Todo sigue igual, excepto los precios, claro, porque esos no paran de aumentar. Nuestros salarios han quedado rezagados, pero de devaluación, ni hablar, y muchísimo menos de esa palabra que infla esta situación.

A boca de jarro

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