Itinerarios literarios (iv). algo muy especial: bustiello

Monumento en memoria del señor Marqués

El itinerario literario que os propongo hoy es de reciente creación, porque la publicación de la novela es de hace poco más de un año. Es una de mis novelas favoritas, de la que ya he hablado en varias ocasiones Dejar las Cosas en sus días, de Laura Castañón, amiga, maestra, persona maravillosa donde las haya.  Esta visita que os propongo es a Bustiello, poblado minero cercano a Mieres, y que es uno de los escenarios principales de la novela.
Bustiello es un pueblo que se creó por Claudio López Bru, segundo Marques de Comillas, para albergar única y exclusivamente a sus mejores trabajadores, unas cuarenta familias. La construcción sigue las directrices del llamado paternalismo industrial. Una de estas directrices era el establecimiento de una férrea jerarquía, en la que primaba Dios, después el señor Marqués (a través de sus representantes) y después todo lo demás. Arquitectónicamente se percibe dicha jerarquía. Se elevó artificialmente buena parte de las tierras para que la iglesia (que no dejaba de ser una capilla de empresa) estuviese por encima de todo lo demás. En un plano un poco inferior estaba la casa del ingeniero jefe, que controlaba a las cuarenta familias que vivían allí y que necesariamente debían ser lo mejor de lo mejor, buenos cristianos que se aislasen del resto de los revoltosos y embrutecidos mineros que tan rebeldes han resultado siempre. De hecho había un puente controlado por unos vigilantes para poder entrar y salir del pueblo, así los revolucionarios no podían entrar, ni sus ideas. Allí lo único que se leía era el periódico que Don Claudio López publicaba en Barcelona para todos sus trabajadores (no sólo tenía minas, también empresas de transporte, correos, tabacalera...) y por supuesto la diversión estaba convenientemente regulada en un casino donde no se servía alcohol y proyectaban las películas que elegía el señor sacerdote. A cambio de someterse a un férreo control, cuarenta de los mejores mineros  vivían con sus familias en un pueblo que en 1911 tenía acerado, colegios para niños y niñas (convenientemente separados), hospital con farmacia y quirófano... 

Iglesia de Bustiello (a mayor gloria de Dios y de la compañía hullera)

La vivienda del ingeniero (por debajo de la Iglesia) domina todas las casitas pareadas de los mineros, provistas con un pequeño huerto donde los  podían completar su jornal sacando algo (poca cosa) de la tierra). La Iglesia parece una pequeña catedral, mezcla elementos de construcción industrial y religiosa de una forma muy original y es toda una declaración de amor a la sociedad Hullera Española. Costó cuatrocientas mil pesetas de finales del siglo XIX, más que el submarino de Isaac Peral, creado por esas mismas fechas y que fue todo un acontecimiento mundial. 

Calle de Bustiello en 1910

En el Centro de Interpretación de Bustiello os contarán todas estas cosas y muchas más con gran cantidad de detalles, entusiasmo y conocimiento de causa. Aunque este  centro es (lógicamente) previo a la novela, creo que esta obra ha supuesto un incremento en los visitantes y curiosos del Pomar y la familia Montañés.  

Por fin lo tengo dedicado. No sabéis la ilusión que me hizo.

Para los curiosos... que sí, que por fin he conocido a Laura Castañón y a su familia. Lo pasamos genial, ellos son maravillosos del primero al último. Mis gemelas vinieron enamoradas de E. , pero eso y el baile que  montaron en casa de Laura me lo guardo.  Por cierto, aviso a navegantes de Badajoz y lugares cercanos, puede que pronto recibamos la visita de la autora para compartir su novela con nosotros, espero que para entonces la hayáis leído, merece la pena.