Revista Diario

Juntos de nuevo (ii): la que faltaba está en casa.

Publicado el 08 diciembre 2013 por Anabel
La semana pasada dije, que alguien más tenía que publicar, se ha retrasado un pelín, pero aquí está. Ella prefiere el anonimato y yo lo respeto, lo respeto porque estamos "juntos de nuevo". Os dejo su texto.

JUNTOS DE NUEVO (II): LA QUE FALTABA ESTÁ EN CASA.

Foto extraída de Photo pin

Yo no quería escribir algo triste, pero me sale. Me sale tristeza y cabreo, y por eso escribo y releo y borro y corrijo, pero siguen la tristeza y el cabreo. Así que aquí está.
Hace ni sé que cerré el blog. Ya solo escribo hacia adentro. Y para Granite (no dejéis de leer Granite,pordios, que es un tesoro). Lo cerré, y cerrado está bien. Aunque me sigo reconociendo en Dudo el Torpe. Ahí estoy. Ahora tengo dos hijos. Llevo mucho tiempo en paro. Llevo mucho tiempo sin cobrar absolutamente nada de la Administración ni de nadie. No me llega para hacer los cursos formativos que quisiera hacer (aunque sé, porque no hace falta ser muy listo, que ni así sale trabajo). No me llega para arreglar las cosas de casa que se rompen. No me llega para comprarme los libros que publican mis amigos. No me llega. Y aún así no me puedo quejar. Mi pareja es funcionario, y pagamos las facturas. No nos echarán de casa. Pero manda cojones. Manda muchos cojones que mis padres se dejaran los ojos y las pestañas en pagarme dos licenciaturas universitarias, dos, que saqué a curso por año, y currando en telepichas y burguerkines, como una burra, para que ahora, con treinta y cuatro primaveras, no me quieran ni de dependienta. Manda cojones. Manda muchos cojones escuchar a cierta gente decir que huy, claro que se nota la crisis, antes no mirábamos el precio de nada, vivíamos tan bien, y ahora hay que comparar en mil sitios antes de comprar… nonono, oiga. En  mi casa, de toda la vida, antes de comprar hemos mirado, remirado, recomparado, meditado y decidido. Y ahora ni remiro ni miro ni ná, simplemente porque no compro. Nada. Lo imprescindible. Comida. Punto. Mis hijos van con ropa heredada (y bien guapos, y muy agradecida y feliz). Mi coche tiene más de quince años, y que dure. Mi marido va al curro en autobús. (A un curro que está pagado bastante regular, digan lo que digan. A un curro en el que llueve mierda día sí día también. A un curro en el que cada vez está más en primera línea, y con las manos más atadas. En el que ve cómo los malos de verdad se salen con la suya. Y paro ya). Las clases de música del crío mayor las pagan sus abuelos. Y así estamos. Sin quejarnos mucho, porque estamos sanos. Porque el cáncer que nos dejó un papá y marío chuchurrío, pero valiente, no aparece más. Porque pasamos las revisiones y salimos del pasillo de oncología dando palmas. Contentos. Porque nuestros hijos están sanos. Porque se ríen. Porque juegan. Crecen.

JUNTOS DE NUEVO (II): LA QUE FALTABA ESTÁ EN CASA.

Foto extraída de Photo pin

El otro día, en el supermercado, cuando las señoras con visones y joyones repartían bolsas para la gran recogida de alimentos, mi hijo mayor, que decidió que les diéramos espaguetis (“mamá, es que es lo que más rico está”), vio como metía dos paquetes en la susodicha bolsa y me dijo: -     -Toma otro, mete tres. Anda, porfa. Salimos de la caja, con todo pagado, y él fue al puesto donde recogían la comida. Ahí estaba de nuevo la señorona del abrigazo de visón y los oros y platinos. -      - Tenga.-      - Ay, qué majo… ¿para mí?-       - No, señora. Para los que no tienen qué comer. Y no tengo más que añadir.
Besos y abrazos, compañeros. Un gusto releerlos. Un regalo de la vida. De los que vienen bien. De los que se agradecen. Sigan siendo una inspiración. Que es absolutamente necesario, en los tiempos que corren. 

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