Los hermanos anglohúngaros Alexander y Zoltan Korda eran productores de películas en la Cuba de los años ´50 y su apellido guardaba un notable parecido con la marca Kodak, sinónimo de fotografía por aquellos años. Seguramente los Korda no imaginaron que quedarían ligados al legendario Ernesto Che Guevara, ícono de belleza masculina y sinónimo de revolución en igual grado.
Alberto Díaz Gutierrez nació en Cuba en 1928 y fue el fotógrafo que plasmó para la historia uno de los diez retratos más importantes y el que más reproducciones ha obtenido a lo largo de los tiempos. Conocido como Alberto Korda, apellido tomado de los hermanos citados, como fotógrafo de la revolución cubana acompañaba a Fidel Castro en los diversos acontecimientos y, en ocasión del atentado terrorista al navío La Coubre en el año 1960, su cámara captó la imagen del Guerrillero Heroico obteniendo así un sitio de honor en la historia de la fotografía.
Las dos explosiones que destruyeron parcialmente el barco de origen francés que transportaba armas y municiones produjeron un saldo de un centenar de muertos y cerca de doscientos heridos. Guevara, quien se encontraba en una reunión en el Instituto Nacional de Reforma Agraria al momento de los ataques, intervino rápidamente y durante horas brindó atención médica a los sobrevivientes; el cortejo fúnebre que desfiló por La Habana fue seguido por la mirada penetrante del Che, de 31 años de edad y magnético atractivo. Siete años después, el fusilamiento en La Higuera forjó su destino mítico y reprodujo hasta el infinito la fotografía de Korda, cuya obra forma parte del acervo cultural de Cuba.
En el Centro Cultural Borges, una selección de fotografías bajo el título Korda: pasión e imagen se ha exhibido por primera vez en Argentina con tres ejes temáticos: la moda en los años ´50 con impronta diversa en campesinas, milicianas y modelos; los sucesos de la revolución cubana a lo largo de nueve años y las imágenes captadas en los fondos marinos durante diez años por la cámara legendaria del artista.
La imagen, tomada por Juan, reproduce La niña de la Muñeca de Palo, parte de la muestra de las 110 fotografías de Korda en Buenos Aires.
Primavera en Galerías Pacífico
Los arquitectos Emilio Agrelo y Raúl Le Levarcher diseñaron el magnífico edificio ubicado en pleno centro de Buenos Aires con la perspectiva de la instalación de la tienda Au Bon Marché, allá por los años 1889. Eran tiempos de comercios distinguidos, precursores de los centros de compras actuales, tiempos en que Harrod´s y Gath & Chaves rivalizaban en buen gusto para captar clientela.
El proyecto se diluyó y Au Bon Marché no llegaría a abrir sus puertas, entonces el ferrocarril Buenos Aires al Pacífico adquirió la propiedad, que terminaría con los años adoptando el nombre de la empresa de transportes. Desde fines del siglo XX fue la sede del Museo Nacional de Bellas Artes y luego el edificio cayó en el abandono hasta que recién en 1990 comenzaron las obras de reconstrucción y puesta en valor, inaugurándose dos años después el actual centro comercial.
Hoy Galerías Pacífico es uno de los paseos de compras más tradicionales e imponentes de Buenos Aires y conjuga la variedad comercial con el arte, ya que en su interior se encuentra el Centro Cultural Borges. La magnífica estructura, la cúpula en la que volcaron su maestría destacados pintores argentinos y el buen gusto de los decoradores que se esmeran cada temporada para recrear los ambientes centrales, lo convierten en una cita obligada para los visitantes que recalan en la ciudad.
Puerto Madero
Situado junto al río que ha formado parte de la vida de la ciudad desde su fundación, Puerto Madero es el barrio más joven de Buenos Aires, se encuentra en plena expansión y se caracteriza por los nombres de sus calles, que rinden homenaje a mujeres destacadas de la historia argentina.
A fines del siglo XIX la dinámica comercial de la ciudad necesitaba una infraestructura portuaria acorde. Eduardo Madero fue el promotor de la instalación del puerto en las cercanías de Plaza de Mayo y el barrio recuerda su nombre; las típicas construcciones de ladrillo rojo y la avenida Costanera con su actual trazado datan de principios del siglo XX.
Las instalaciones se fueron deteriorando con el transcurso del tiempo y se construyó un puerto nuevo, que fue abandonado durante más de 50 años. Recién en 1989 el proyecto para recuperar esta zona e integrar la ciudad y el río se puso en marcha: las 170 hectáreas fueron rescatadas de la desidia e incorporadas al paisaje urbano. El barrio adquirió una impronta propia de la mano de los emprendimientos comerciales, convirtiéndose en un polo gastronómico debido a la vista al río que se avizora desde cualquiera de sus múltiples restaurantes.
Nosotros fuímos invitados a almorzar en Il Gatto y antes de instalarnos recorrimos bajo el sol toda la costanera, avistando los barcos que también se pueden divisar desde las confortables terrazas de los locales. Plazoletas, edificios de oficinas y viviendas planificadas con un concepto vanguardista y confortable hacen de Puerto Madero un paseo para recorrer sin prisa, disfrutando de un día domingo en la capital argentina.