Hoy he compartido en facebook una historia simpática. No sé si sabéis que desde el pasado domingo, París tiene nueva alcaldesa. Supongo que esa noticia, en otras circunstancias, hubiera resbalado por mi mente y sobre todo por mi memoria, con la categoría de una mera anécdota. Estando como estoy empachada de España, poco hueco puedo dejar en mi pobre intelecto a algo que me queda tan lejos y me resulta tan ajeno como la capital de Francia. Pero se da la circunstancia de que la nueva alcaldesa de París es de mi pueblo, de San Fernando, algo inusual y que aunque sólo sea por el sonido español de su apellido o por el hecho de saber que su familia vive aquí en mi tierra, hace que la noticia me toque más de cerca.Reconozco que a pesar de ser paisana, cuando la vi en las noticias no me sonaba ni su cara ni su nombre. Me sorprendió, me hizo gracia, pero pensé que la única relación que Anne Hidalgo seguiría manteniendo con mi ciudad de nacimiento, serían los recuerdos contados mil veces por sus padres emigrantes, y probablemente alguna foto de la infancia con el fondo borroso de un rinconcito cañaílla. Es evidente que me alegré de lo que veía. A la simpatía que me provoca el hecho de que una mujer consiga destacar de esa manera en la vida, saber que sus orígenes están como los míos anclados al mismo mar y las mismas marismas, me recompuso por dentro. En mi familia también vivimos aquella emigración de los años setenta. Con ella aprendimos que la gente no abandona su tierra porque tiene aire aventurero, como quieren vendernos ahora. Supimos con el dolor punzante de las despedidas que las personas se van de donde nacen (en la mayoría de los casos) por pura necesidad, porque no tienen otra opción ni otra oportunidad. Todos se dejan un trozo del corazón en el lugar donde nacieron, donde quedan para siempre su proyecto de vida y sus raíces. Pero hoy, una amiga con la que comparto facebook y que pertenece como la alcaldesa al Partido Socialista, ha contado en muy pocas palabras la emoción con la que Anne Hidalgo saludó, casi gritando, a los representantes del Partido Socialista de San Fernando que habían acudido a París para celebrar su triunfo. En medio de una marea de periodistas, cámaras de televisión y flashes de victoria, seguro que el nombre que pronunció sonó con un tonillo andaluz, con ese deje tan nuestro que cuando los nervios nos impiden el control, sale directamente del alma. Ahora sé que la señora alcaldesa tiene atado el sentimiento a mi tierra. Sus padres se volvieron a casa en el año 92 y ella va y viene cuando las obligaciones se lo permiten. Ahora sé de buena tinta que por aquí tiene amigos con los que le gusta compartir playas; e incluso he oído que guarda entre sus nostalgias, una ventana con vistas a las salinas de la tierra que compartimos. Ojalá te vaya bien, Anne. Te lo deseo de todo corazón. Me gusta la gente que sabe distinguir a los amigos aunque le cieguen las luces del éxito, y hay veces que un simple gesto lo dice todo de una persona. Humphrey Bogart hizo famosa aquella frase que rezaba: "Siempre nos quedará París". París, ya lo tienes, pero no te quepa duda de que siempre te quedará La Isla de León como refugio. Aquí esperamos con los brazos abiertos a los que se van.
Muchísima suerte.