Hurgando en Facebook me encontré con esta página. Me encantó, y me pregunté cómo algo tan obvio es tan poco habitual. Mandarinas, naranjas, pomelos, palta, nísperos, limones, murtilla, duraznos, moras, quinotos, nueces, ciruelas; gratis, públicos, al alcance de la mano. ¿En una zona rural? ¿En una granja comunitaria? ¡NO! En plena ciudad superpoblada. O en cualquier lado, solo hay que mirar. Ludmila Medina, técnica en producción vegetal orgánica: una joven vecina que se detuvo, observó y compartió. Hizo la tecnicatura convencida de que no hay que utilizar químicos, fertilizantes, pesticidas… en cuidar el medio ambiente, a la gente, la salud, la alimentación, y la biodiversidad. Todo eso. Y sueña con que “si te da hambre en la calle, en vez de ir al kiosco te sirvas una fruta”.
-¿Ludmila, cómo nace “La ciudad nos regala sabores”?
Se mezclan varias cosas. En el 2010 empecé a estudiar en la Facultad de Agronomía. Ese año se realizaba el censo de arbolado en la ciudad de Buenos Aires que se hace cada diez años para ver qué árboles hay, en qué estado están, qué trabajos hay que hacer… Buscaron entonces relevadores en la facultad, que tengan unos mínimos conocimientos. Yo ya tenía trabajo, pero me interesó la posibilidad de aprender, porque capacitaban y además había una actividad bien concreta. Quedé seleccionada, participé en el censo, caminé mucho por los barrios, y observando los árboles empecé a ver; acá hay un palto, acá un naranjo… Y un año después, yendo a visitar a mi abuelo que vive a diez cuadras de mi casa, vi un árbol de mandarinas. Y me dije, “¡quiero probar!” Agarré una, y me chistaron desde la ventana. Una señora me dice que eso es robar, que estaba mal, que pida permiso. Le di la razón. Además, hoy en día si uno ve a alguien en la ventana se asusta. Nos pusimos a charlar, me contó que ella en ese momento no consumía esas mandarinas, y a partir de ese día comencé a tocarle el timbre para llevarme algunas mandarinas. La señora me empezó a prestar una escalera cada vez que iba, yo me llevaba una bolsa de mandarinas, y le dejaba otra a ella. Y de nuestra bolsa, convidábamos pero siempre sobraba. Ahí empecé a conectar lo que aprendí en la facultad, en el censo, la cantidad de árboles frutales que había visto, la fruta desperdiciada en el piso, y tuve la idea de compartirlo para aprovechar todo ese alimento que termina podrido, aplastado, ensuciando… Porque a veces uno pasa por al lado y no sabe qué es. Entonces armé una página en Facebook, que ya tiene dos años, donde comparto cómo reconocer un árbol, datos prácticos. La página empezó a crecer, y después tuve ganas de organizar recorridas juntando gente. Convoco a partir de eventos en la red social. Ya hicimos cuatro salidas, recolectando fruta, reconociendo árboles, cosechando lo que se pueda. Por ahí muchas personas no se animan a salir solas, y es una linda experiencia.
-¿Armás algún tipo de mapeo?
Si, al principio la idea era ubicarlos, e indicar cuándo ir a buscarlos. Empecé a armar un listado en la sección de notas de Facebook, pero cuando llegué a los cerca de quinientos árboles, se me acabó el espacio de los caracteres. Pedí ayuda, un chico me hizo un archivo donde entraban muchos más, y seguí recopilando. En enero de 2013 me hicieron una nota para la BBC (al principio yo pensé que era una broma), y a partir de ahí el proyecto se hizo mucho más conocido. Ahí aparecieron personas con ganas de ayudar, por ejemplo hacer un listado con mil quinientos árboles, ordenados alfabéticamente, hacer un mapeo, y de a poco y colaborativamente va creciendo.
-Empezás a tener réplicas por todo el país.
El proyecto tiene muchas ramas. Si no estás en Capital Federal, en tu ciudad no estoy yo… ¡hacelo vos, apropiate del proyecto! Buscá gente que te oriente, compartí la búsqueda con tus vecinos. Se contactaron personas de distintas provincias y localidades. Ahora hay páginas en Corrientes, San Juan, Mendoza, Avellaneda, La Plata, Berisso, Córdoba, Chaco, Rosario, Paraná… porque hay que sectorizar, por el momento es muy difícil hacer un mapeo de todo el país, así que se va haciendo por ciudades.
-¿Los vecinos te apoyan?
Hay de todo. Yo siempre por respeto al árbol y al vecino toco timbre y pido permiso. Por más que la ley diga que todo árbol que se encuentra en la vereda o en una plaza es público. En general me encuentro con gente amable, súper abierta. A veces te cuentan la historia del árbol, que lo tuvieron durante años en maceta, que el vecino lo ayudó a plantarlo… Un señor me dejó subirme a la caja de su camioneta para cosechar naranja. Lo importante es ir con buena predisposición, y no sacar más de lo necesario. Y por el miedo que tiene la gente, nunca entro a las casas, evito los árboles de los patios. El proyecto se basa en lo que está disponible en la vía pública.
-¿Además de frutales, recolectan otras cosas, como hierbas, hongos?..
Si, plantas medicinales como el tilo, el ginko biloba, eucalipto… también están ahí, hay que caminar despacio y prestar más atención. Hongos no me animo, es peligroso, solo uno de cada diez es comestible. No tuvimos ninguna materia en la facultad, tendría que hacer algún curso específico.
-¿Presentaste el proyecto en algún organismo?
Soy muy colgada para lo formal, digo que voy a hacer algo, pero después más que nada me dedico a lo práctico. En la facultad se aprende que llevarlo al papel es muy importante. Lo presenté medio rápido para algún concurso, pero realmente no le dediqué el tiempo para escribirlo como corresponde. Me gustaría formalizarlo un poco mejor. Pero no quiero rentabilizarlo, está pensado para aprovechar lo que está disponible al alcance de todos. Sí tengo muchas ganas de empezar a dar cursos de huerta, algo que sea bien práctico, alcanzable, acá en la ciudad. Yo misma tengo una huerta en la terraza, y participo en huertas comunitarias. Yo trabajo hace tres años en la municipalidad. Al principio en la Dirección General de Arbolado. Por cuestiones organizativas de la ley de comunas ahora trabajo en la comuna 10. Me apoyaron, me ayudaron a difundir. Ahora quiero sentarme a escribir para proponer una reforma, un agregado en la ley de arbolado. La normativa que dice que están prohibidos los frutales porque pueden lastimar a las personas cuando caen, ensucian la vereda, etcétera. El vecino no puede plantar frutales, pero los que están no se pueden sacar porque sí. Entonces por ejemplo, si un árbol rompe la vereda, le correspondería el arreglo al Estado, no al vecino, porque es en la vía pública, pero si es un frutal no puede arreglarlo porque estaría infligiendo la ley. Así que me gustaría agregar algo a la ley que se refiera a la protección de estos árboles, que estén permitidos, que tengan cuidados especiales, plantar frutales en las plazas, que se difunda y capacite al respecto. Lo que todavía no sabemos es qué nivel de contaminación tiene la fruta de ciudad, pero si uno se pone a pensar cómo es la producción convencional de alimentos, la cantidad de porquerías que comemos, no me vas a venir a cuestionar que esta fruta está cerca del smog, el mismo que respiramos nosotros todos los días, cuando hay producciones al lado de las rutas, y algunas de horticultura, como la lechuga, que es más sensible que un árbol de naranjas, o las manzanas que vienen de Río Negro y durante el viaje vienen absorbiendo ese mismo smog. De todos modos sería interesante analizarlo en un laboratorio e informar.
Si te interesó este tema:
Página del proyecto en CABA
Páginas en otras regiones del país
*Las fotos de las recorridas de reconocimiento y cosecha fueron tomadas del Facebook con autorización de Ludmila Medina.