nos 155 años atrás, un niño de nueve años de edad, que cargaba un cojín de seda fue llevado ante la reina Victoria. Su trabajo era simple: presentar a Gran Bretaña el más resplandeciente y simbólico botín de la guerra por subyugar el subcontinente indio.
El chico era Duleep Singh, el último gobernante sij del Punjab, y el premio a sus nuevos señores imperiales le había hecho viajar 4.200 millas para entregar el diamante Koh-i-Noor – la piedra misteriosa y terrible de los emperadores.
La gema de 186 quilates, cuyo nombre significa Montaña de la Luz en persa y fue descrita por un emperador mogol como “vale el gasto medio diario de todo el mundo”, llevaba consigo una maldición y una historia de 750 años manchada de sangre por asesinato, megalomanía y traición. Puedes continuar leyendo esta historia en el siguiente enlace.
Cristina Canas Delgado© 2013
Ilustraciones:
Lorena Mena
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