Hoy quiero dedicarle un trocito de mi blog a mis vecinos de la isla colombina, La Gomera, que están librando una dura batalla contra el fuego desde hace 12 días.
La leyenda de Gara y Jonay es una bella historia de amor donde hay un final triste pero ellos perdurarán en nuestra mente y nuestras historias por siempre. Juntos, siempre.
Cuenta la leyenda que durante las fiestas de la cosecha (beñesmén), los principales menceyes y nobles de Achinech (Tenerife) se trasladaban a Gomahara (La Gomera) para participar en la celebración.
La muchachas gomeras acudían a los Chorros de Epina para mirar su rostro en el agua. Con ellas estaba la princesa de Agulo, Gara.
De Epina salen siete chorros que nacen en siete puntos distintos y nadie sabía con certeza el lugar secreto de su nacimiento.
Durante las fiestas de la cosecha, las muchachas unían agua de cada uno de los siete chorros en un pequeño estanque fabricado con musgo y hiedra.Antes de la salida del sol miraban su rostro en ese agua, si el reflejo que proyectaba era turbio les acechaba alguna desgracia.
La bella princesa Gara se inclinó para mirarse en el agua limpia del estanque y vio su imagen clara, pero de repente se cubrió de sombras y se agitó hasta que se transformó en un sol incendiario que dejó el agua sucia y revuelta.
El brujo Gerián lo predijo: “Lo que ha de suceder, ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá de consumirte”. Con los menceyes y nobles de Achinech llegó Jonay, hijo del Mencey de Adexe (Adeje). Destacó en seguida en cada una de las competiciones, por lo que Gara no dejaba de contemplarlo. Y ocurrió lo inevitable, sus miradas se cruzaron. Se enamoraron y así se lo hicieron saber a sus padres, durante las fiestas se hizo público su compromiso. La alegría duró poco, rápidamente se empezaron a oir los estruendos de Echeyde (Teide) arrojando lava y fuego con furia. Desde Gomahara se veían las lenguas de fuego y, entonces, recordaron el augurio del brujo Gerián: Gara era la princesa del lugar del agua (Agulo) y Jonay venía de la tierra del fuego (Achinech). Su unión quedó maldita, por lo que se les prohibió volver a verse. Esta decisión hizo que Echeyde se calmara y, así, concluir las fiestas. De regreso a Achichech, Jonay no podía quitarse de la cabeza a Gara. Con lo que se ató dos vejigas de animal hinchadas y se tiró al mar para volver con su amada. Llegó extenuado a la costa y buscó a Gara, con la que se fundió en un abrazo apasionado. Huyeron hacia el monte de El Cedro, pero el padre de Gara lo descubrió y salió, junto a otros hombres, a buscarlos. Antes de volver a separarse, preferían buscar la muerte. Jonay afiló los dos extremos de una vara de cedro y lo colocó entre su pecho y el de su amada Gara apoyando las dos puntas en sus corazones. Mirándose se fundieron en un último abrazo, sintiendo cómo la vara traspasaba cada uno de los dos corazones. Desde entonces, agua y fuego fueron uno.