Beatriz Benéitez Burgada. SantanderUna de las veces que más he peleado con mi timidez, fue cuando llamé a Alfonso Ussía, sin conocerle de nada, para preguntarle si querría presentar un libro que estaba preparando con mi amigo y mentor Juan Carlos Flores-Gispert. Era sobre los diecisiete veranos consecutivos que los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia (Ena) pasaron en Santander. Y sobre los beneficios que tuvieron aquellas estancias, gracias a las cuales se construyeron tantos edificios y se pusieron en marcha en la ciudad tantas iniciativas. Buscábamos a alguien que pudiera presentarlo, y se nos ocurrió pensar en el periodista y escritor Alfonso Ussía. Porque era amigo de Don Juan, porque veranea en Cantabria.... Le llamé a un teléfono que me dieron en ABC, de un despacho que tenía en la calle Génova. Y después de varios intentos, un día me cogió el teléfono. Yo tenía 24 años y no sabía ni como planteárselo. Pero tragué saliva y empecé a hablar: ¨Buenos días, don Alfonso, soy Beatriz, una periodista de Santander... un compañero y yo estamos preparando un libro.... y nos gustaría saber...¨.
Para ser sinceros, dábamos por hecho que no querría hacerlo; pero, aún así, decidimos intentarlo. El escuchaba en silencio, supongo que alucinado por todas aquellas explicaciones que le habían caído de sopetón y sin poder hacer nada para evitarlo. Y mientras hablaba, yo pensaba... ¨debe estar buscando una forma educada de decir no¨. Sin embargo, después de unos segundos de silencio, me propuso un trato: ¨voy dentro de dos semanas a Ruiloba, a pasar unos días. Os ofrezco lo siguiente: me enviáis el borrador del trabajo; lo leo. Si me gusta, lo presentaré y no cobraré nada; si no creo oportuno presentarlo, os lo diré¨. Me sorprendió la respuesta, aunque pensé que no volveríamos a saber nada de él. Se lo enviamos. Un mes después, estaba en La Magdalena con Lola Sainz, la directora del Palacio, y sonó mi móvil, un teléfono casi tan grande como el inalámbrico de casa. Era Alfonso. ¨Hola Bea, me ha gustado mucho vuestro trabajo y estaré encantado de presentarlo¨. No quería billetes, ni alojamiento, ni cobrar un céntimo. Sólo pidió tres cosas: varios ejemplares del libro, que un coche le recogiera en Ruiloba y le llevara de nuevo, y comer con nosotros para conocernos con tranquilidad antes de la presentación del libro¨. Fue en el Casino de El Sardinero, un 13 de julio. Nos acompañaron más de 300 personas. En la mesa, el alcalde, el consejero de Turismo, Juan Carlos, Ussía y yo, que no daba crédito. Ussía ofreció una charla fresca y ocurrente, que me regaló dedicada cuando terminó la presentación. Y unos días después nos dedicó su columna en la revista Época. Le di las gracias muchas veces, en aquella ocasión y en otros encuentros posteriores en Santander y en Madrid. Por lo bien que se portó con nosotros, pero también porque aprendí que, aunque las cosas parezcan difíciles, hay que intentarlo. Porque, a veces, la vida te da sorpresas. Del libro, del Palacio y de los Reyes... hablaré cualquier otro día.